La tecnología, sin ética, lleva al desastre y hay cientos de libros y películas que lo explica: desde 1984 a Terminator y desde Un Mundo Feliz a Blade Runner, todos conocemos bien los relatos en los que se describen distopías consecuencia de un desarrollo tecnológico sin límites éticos en las que los avances, en lugar de mejorar la vida de todos mejoran solo la de unos pocos. Ahora, para que no suceda lo que (se supone) que nadie quiere, un grupo de investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha echado mano de una herramienta que, hasta la fecha, sólo se había utilizado marginalmente para que ingenieros, arquitectos y científicos de toda clase y condición reflexionen sobre el impacto de su trabajo. Esa herramienta son los videojuegos.

Competencias éticas
El planteamiento implica echar mano de la gamificación y sumergir a los tecnólogos en procesos interactivos que replican situaciones reales en las que deben tomar decisiones con implicaciones éticas y morales. El mecanismo; explica Joan Casas Roma, uno de los investigadores que integran este grupo de estudio de la UOC, que se denomina SmartLearn, “abre la puerta a sentirse responsable”.
¿Cómo son?
En los videojuegos que se emplean se reproducen situaciones concretas que, perfectamente, pueden darse en el día a día de un tecnólogo. En una de ellas, por ejemplo, se invita a un programador a ponerse en el lugar de un desarrollador que descubre potencialidades con implicaciones no deseadas en un aplicativo que su empresa acaba de lanzar al mercado. Ante el jugador, se presentan varias alternativas, algunas apoyadas por principios éticos y otras que no lo están para que decida. Es, en esencia, un mecanismo similar al de las aventuras gráficas clásicas, en las que, a menudo, se plantean dicotomías de esta naturaleza. En una de las más célebres, Indiana Jones y la Última Cruzada (de Lucasfilm), el final plantea una de estas situaciones, justo igual que en la película en la que se basa el juego. Casas Roma explica perfectamente por qué utilizan videojuegos: de lo que se trata es de crear espacios de reflexión en entornos sin consecuencias reales que capaciten a ingenieros y otros técnicos para enfrentarse con solvencia a dilemas y decisiones éticas complejas.