Nada: da igual que Estados Unidos vaya a instalar tantos reactores nucleares (y, además, en el mismo sitio) como centrales térmicas piensa cerrar e importa poco que Francia, nuestro vecino, vea también en la energía nuclear una respuesta. No importa, de hecho, ni siquiera que hasta Greta Thunberg haya dicho que prefiere las nucleares a las térmicas: en España, todos los reactores que nos quedan deben estar desconectados antes de 2035 y lo de volver a poner en marcha la térmica de As Pontes es sólo una cosa puntual. Ese es, al menos, el posicionamiento público de un Gobierno al que las encuestas auguran poco futuro y que está tan convencido de que lo de la energía nuclear no va con ellos (ni con nosotros, porque deciden por todos) que tampoco tiene previsto hacer durante lo que queda de mandato nada para dotar al país del cementerio de residuos radiactivos que necesitamos desde hace décadas.

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¿Y qué hacemos con los residuos?

Pues que cada palo aguante su vela y eso, si de nucleares se trata, implica que cada central tiene que encargarse de sus residuos. Así, lo que podría ser una sola instalación de grandes dimensiones que generaría empleo, riqueza y desarrollo, será, de momento, una improvisada red de siete pequeños almacenes temporales e individualizados. Es lo que figura, al menos, en las instrucciones que el Ministerio para la Transición Ecológica ha trasladado al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) para la redacción del séptimo Plan General de Residuos Radiactivos.

Tres lustros de retraso

Se aplaza así de nuevo la decisión que se tomó en 2011, cuando desde el Gobierno que presidía José Luis Rodríguez Zapatero, se designó, tras cinco años de estudios y análisis, a Villar de Cañas (Cuenca) como emplazamiento de la necesaria gran instalación de tratamiento de residuos y de su Centro Tecnológico Asociado. Llegarían después los informes favorables del CSN y hasta un permiso de construcción pero, en 2018, un Pedro Sánchez recién llegado a la más alta magistratura del Estado decidió paralizar el proyecto para, dijo, “analizar con detalle la situación”. Ahora, por lo visto, ya lo tienen todo analizado divinamente y concluyen que el almacén único de residuos nucleares no vamos a verlo si de ellos depende porque la idea (pero no ahora, si no cuando en 2035 no queden ya centrales) crear un Almacén Geológico Profundo que, en el mejor de los casos, no estaría listo ni siquiera dentro de veinte años. ¿Una manera de obstaculizar todavía más una eventual reactivación de la industria nuclear española? Quién sabe. Quién sabe, pero en Villar de Cañas repiten a todo el que quiera escucharles que, si alguien se decide a construir allí el almacén de residuos previsto, ellos encantados digan lo que digan Teresa Ribera, Pedro Sánchez o Emiliano García-Page, el presidente manchego que tampoco ve con buenos ojos el proyecto. Por el camino, los 446 vecinos que tenía el municipio en 2011 se han quedado en 386, casi un 15% menos.