Las conexiones rápidas de internet —bien sea por fibra o por ADSL— son una realidad en la gran mayoría de los hogares desde hace unos años. Conexiones que tienen mucho margen de mejora e inversión en determinadas zonas rurales, pero que por norma general se disfrutan a una velocidad más que suficiente por la mayoría de los usuarios particulares de internet en 2019.
Sin embargo, y pese al avance de la tecnología, no puede decirse lo mismo siempre de la idoneidad de la conexión vía wifi. Y en este sentido, el problema de una mala conectividad inalámbrica puede afectar tanto a quienes dispongan de un servicio contratado de muy alta velocidad en el centro de una gran ciudad, como a quien tiene que conformarse con una más modesta en un pueblo.
Todo el mundo sabe que la diferencia entre conectarte en casa a la red vía cable a hacerlo a través del wifi, provoca que cuando elegimos esta última opción siempre vamos a navegar más lentamente. Aunque las condiciones fueran las óptimas, la transmisión de datos por el aire nunca es tan rápida como a través de una conexión de Ethernet mediante un cable. Pero aun así, las conexiones inalámbricas de hoy en día deberían ser suficientemente rápidas como para realizar a través de las mismas cualquier acción que precisemos. Entonces, ¿por qué ofrece el wifi tantos quebraderos de cabeza frecuentemente? Vamos a verlo.
El router está muy lejos
Si utilizas tu ordenador, tu móvil o tu tableta a una distancia considerable respecto a donde tienes ubicado el router, es normal que la señal wifi te llegue más débil o sufra cortes de vez en cuando. Una situación que puede llegar a desesperar a cualquiera pero para la que puedes aplicar dos soluciones.
Por una parte —aunque no siempre es posible—, es recomendable buscar otra ubicación al router. Un lugar en el hogar en el que puedas conectarlo y que a su vez resulte más céntrico y así aprovechar su capacidad de conectividad desde cualquier habitación. Asimismo, procura ubicarlo preferiblemente en un lugar alto, evita que esté demasiado cerca de otros dispositivos electrónicos y no lo sitúes contra una pared.
En el caso de que no puedas cambiarlo de sitio, la mejor solución es comprar un extensor wifi. Los extensores wifi son repetidores de señal inalámbrica que te permiten que esta sea llevada a lugares de la casa donde apenas llega a través del router. Son dispositivos asequibles económicamente y ofrecen un servicio que merece mucho la pena.
El router no está bien configurado
Si la configuración que lleva tu router no es la adecuada, su rendimiento inalámbrico tampoco lo será. Lo lógico es que tú no tengas el conocimiento suficiente para saber acerca de su configuración, pero para eso están las operadoras telefónicas, los técnicos especializados o los amigos que tienen cierto conocimiento al respecto. Recurrir a alguna de las dos opciones para detectar el posible problema y solucionarlo, en el caso de que haga falta, es casi obligatorio. Muchas veces basta con inicializar el router para que quede como estaba al comienzo o cambiar el canal por el que corre la conexión.
Alguien está accediendo a tu router
Quizá no se te haya ocurrido nunca pensarlo, pero no deberías descartar que alguno de tus vecinos se estuviera conectando a tu router aunque tu conexión esté protegida por una contraseña. A veces, una clave débil o demasiado evidente puede hacer que alguien con ciertos conocimientos técnicos consiga hackear esa contraseña y a partir de ahí aprovecharse de la brecha para hacerse con parte de la conexión a internet que tengas contratada.
La mejor solución es cambiar la contraseña por una más compleja y larga y hacerlo con cierta frecuencia. Variarla dos o tres veces al año es una medida que debería servirte para protegerte de los amigos de lo ajeno.
El wifi está saturado
En los hogares cada vez disponemos de más dispositivos que se pueden conectar a internet y que van cogiendo parte de esa tarta inalámbrica limitada que es la conexión wifi: ordenadores, móviles, tabletas, altavoces inteligentes, consolas, televisores, entre otros artilugios electrónicos. Todos conectados al mismo tiempo, hacen que cuando necesites realizar una tarea concreta, esta se vea afectada negativamente.
Por eso, si estás experimentando dificultades con la conexión, merece la pena desconectar el wifi de alguno de los dispositivos. Además, los routers y los dispositivos pueden conectarse por dos bandas distintas: la de 2,4 GHz y la de 5 GHz. Configurar los distintos dispositivos para que unos vayan por una y otros por la otra, puede salvarte de más de un apuro. Si no sabes cómo hacerlo, tu operadora telefónica puede ayudarte y, si no, en internet puedes encontrar tutoriales muy sencillos para ponerte manos a la obra y hacerlo en un momento.