Eso, justo, que nos comamos el plástico es en lo que anda un equipo de biólogos, químicos e ingenieros dirigidos por Stephen Techtmann que acaba de activar un programa denominado Reutilización Biológica del Plástico BioPROTEIN que pretende reducir el plástico que desechamos a proteína en polvo que, a medio plazo, podría llegar a ser parte de nuestra alimentación.

 

¿Dos pájaros de un tiro?

La acumulación de residuos plásticos por todas partes (se han detectado microplásticos hasta en la leche materna) es hoy uno de los principales problemas medioambientales que nos acechan. Cadaaño se fabrican hasta 6.300 millones de toneladas se fabrican en todo el mundo cada año y el 80% de esa cantidad inmensa acaba en vertederos, en ríos, en mares o dentro de nuestro propio organismo. Ese problema, consideran los investigadores que dirige Techtmann es paralelo a otro igual de importante: la hambruna que acecha a cerca de 690 millones de personas. Sintetizar proteínas a partir del plástico puede, consideran estos científicos, puede ser una solución.

¿Y cómo se hace?

En la naturaleza existen diferentes tipos de bacterias capaces de deshacer y limpiar el petróleo de allá donde se vierte y, si el plástico está hecho de petróleo, parece sencillo deducir que esas mismas bacterias podrían comer plástico. Al hacerlo, igual que hacen cuando comen petróleo, producen células que pueden convertirse en proteínas de las que podríamos alimentarnos los humanos. De hecho y por ejemplo, el plástico de las botellas se puede convertir en un lodo aceitoso similar al petróleo y este tipo de bacterias podría consumirlo y metabolizarlo. Una vez las bacterias han hecho su trabajo, podemos convertirlas en algún tipo de proteína ingerible. La cuestión, además de cuánto cuesta es a qué podría llegar a saber esa comida. Seguramente, como la harina de insectos, a lo que le eches.