El hidrógeno, o eso es al menos lo que nos han hecho pensar a todos, es un prodigio de virtudes, especialmente si es verde; pero ¿qué pasa si, ahora que medio mundo parece que se va a poner a producirlo, tiene lugar una fuga en cualquiera de los múltiples depósitos de este gas que habrán de habilitarse? Un estudio elaborado por el Centro Internacional de Investigación Climática de Noruega advierte que su potencial de calentamiento global es superior al del vilipendiado CO2.

 

Once veces más que el dióxido de carbono

El potencial de calentamiento global de un gas es la medida que nos indica cuánto calor puede ser atrapado por un determinado gas capaz de generar efecto invernadero en comparación con un gas de referencia que, casi siempre, es el dióxido de carbono. Así, si al dióxido de carbono le asignamos un valor igual a 1, el GWP del hidrógeno equivale según el citado estudio a 11. De esta manera, cualquier fuga de hidrógeno que se produzca generará un “calentamiento global indirecto” y, si como parece que se pretende, el hidrógeno será un recurso energético de uso común, las fugas serán más habituales de lo que se espera. De hecho, se especula hasta con la posibilidad de que el potencial poder generador de efecto invernadero del hidrógeno pueda, si se libera, llegar a compensar la disminución que se espera como resultado de la revolución verde en curso.

¿Qué soluciones plantean?

Desde el citado centro noruego explican que ellos sólo están avisando y que en ningún caso quieren que su estudio suponga un freno para el cambio energético en curso. Si que hacen hincapié, eso sí, en que su estudio demuestra “claramente” la importancia de “reducir las fugas de hidrógeno”. Hoy, se lamentan, “carecemos de la tecnología necesaria para vigilar y detectar esas fugas a la escala necesaria, pero se están desarrollando nuevas tecnologías a medida que la industria se adapta”. Quien lo explica no es otro que María Sand, la principal responsable del Centro Internacional de Investigación Climática de Noruega.

 

¿Esperanza, realidad o relato?

Con todo y de momento, lo del hidrógeno, sea del color que sea, tiene más de esperanza y relato que de realidad pues, aunque menudean los anuncios de proyectos de producción de hidrógeno verde por todo el mundo, el volumen real de ejecución de estos proyectos es mínimo. Sand, con todo es contundente: “quedan muchas preguntas abiertas y nosotros trabajamos para garantizar una toma de decisiones oportuna y precisa sobre una tecnología de mitigación clave”. Las dudas, sin embargo, no quedan ahí: otro estudio, en este caso de la Universidad de Princeton, adelanta que el hidrógeno, una vez liberado en la atmósfera, reacciona con la misma molécula responsable de la descomposición del metano, un gas bien conocido por su potencial generador de efector invernadero. Así, en el caso de que las emisiones de hidrógeno –otra vez las fugas- superen un determinado umbral, las concentraciones de metano en la atmósfera crecerán. ¿Qué hacer pues? De momento, la única solución parece, como siempre, escuchar.