Elon Musk lo tiene clarísimo y, ahora, después de prometer que, como le pedían los más osados de entre los usuarios de Twitter, va a someter a referéndums y votaciones vinculantes cualquier futuro cambio en la política de la empresa, asegura que va a abandonar la dirección de la firma. Lo hará, eso sí, cuando encuentre a alguien “lo suficientemente loco” como para encargarse del puesto. 

 

Lo suyo es suyo

Se trata, en sí, de un nuevo episodio de lo que algunos calificarían de toma de posición y otros, de simple fantochada, pero evidencia algo claro: Musk es el dueño y en Twitter, lo que se hace (esté bien o mal) es lo que el dueño dice. Las encuestas y consultas se harán, por supuesto, pero en ellas va a votar sólo quien Elon quiera y ahora, por supuesto, admite lo obvio: algún día dejará de dirigir Twitter pero será, eso sí, cuando a él le parezca.

Previsiones aciagas

Con todo, la gestión que Musk está realizando de la red social es, como poco controvertida. Bill Gates, otro que también deja claro quién manda siempre que puede, califica su gestión de “totalmente improvisada” y expertos analistas financieros señalan también que, si los números que Musk ha hecho públicos son ciertos, a la firma le queda, como mucho, un año para quebrar. A ver si al final resulta que, más que para mejorarla, Musk ha comprado esta red para cerrarla para siempre, que también podría ser.