Lo dice el Boletín Económico del Banco de España del primer trimestre de 2023: casi un 36,8% de los pagos en comercios físicos se realizan en España mediante tarjetas de crédito y otro 12%, mediante móviles u otros sistemas. Además, sólo el 36% de los jóvenes entre 25 y 34 años usa habitualmente el efectivo (principal sistema de pago para el 60% de la población) en sus compras. No es que el efectivo ya no se use, pero nadie puede negar que las generaciones más jóvenes lo emplean cada vez menos. ¿Les acabará pasando a los billetes como a las ediciones en papel de los periódicos? Pagar con medios digitales tiene ventajas, pero también inconvenientes.

 

Los principales beneficios

Los pagos digitales permiten realizar transacciones de manera rápida y sencilla y sin necesidad de efectivo o cheques, por lo que garantizan un mayor nivel de seguridad y hasta permiten eliminar las barreras geográficas. También, permiten  que el ciudadano tenga un mayor control de sus pagos. Para las administraciones, también son interesantes, ya que permiten un mayor control de la economía sumergida y hacen posible el rastreo de ilícitos penales. En España, donde la economía sumergida mueve cada año cerca de 250.000 millones, esta posibilidad de rastreo puede suponer también un lastre para la economía, aunque también generará más ingresos vía impuestos para las administraciones

¿Hay desventajas?

Los pagos digitales exponen a los usuarios a estafas de diverso tipo en las que los atacantes intentan obtener información confidencial haciéndose pasar por entidades legítimas. También, al depender de estructuras informáticas, pueden darse situaciones en las que sea imposible operar. Al tiempo, y quizá ahí esté uno de los mayores peligros, los datos que generan estas transacciones pueden acabar en las manos equivocadas y brindar información que puede no queramos que sea pública. Con todo, lo único cierto es que el pago digital avanza año tras año y que la desaparición del efectivo parece cada vez más cercana.