En el 2009, Marçal Girbau se fue a vivir a Tolosa con un occitano básico que había aprendido con un par de gramáticas. Dos años más tarde sabía un poco de francés, pero sobre todo dirigía el Centro Cultural Ostal de Occitania y publicaba artículos en el Jornalet, un digital en lengua de oc que recomiendo vivamente. Con eso, un día yo estaba en el metro de Londres y vi un jovencito vestido a la antigua, como si fuera Frederic Mistral o D'Artagnan. El chico me estudiaba atentamente. Pensé que me quería robar o hacer proposiciones deshonestas. Pero se me acercó y me dijo, dándome una tarjeta: "Tú escribiste un artículo sobre La il·lusió occitana de August Rafanell, ¿verdad?". Miré la tarjeta y flipé: "¡Hey, si yo te he leído esta mañana!". Así nos presentamos: es el único catalán que conozco que vive como si España y Francia no nos hubieran robado nada. La primera vez que lo oí hablar del señor Montanha para referirse a Montaigne me sonó extraño; ahora yo también voy por el mundo diciendo Montesquiu, en lugar de Montesquieu. A Girbau le gustan las patatas bravas y tiene familia en Extremadura. Nació en 1988; quizá por eso cayó el muro de Berlín.
Empecemos con una pregunta que moleste a todo el mundo: ¿cómo te imaginas la gran Catalunya? Prefiero explicártelo a través de los dos mensajes que quiero dar en esta entrevista. Así no nos malinterpretarán.
Muy bien. El primer mensaje es que hasta ahora la Generalitat ha desperdiciado la mejor estructura de Estado que tenía: la Eurorregión Pirineos Mediterráneo.
Barcelona-Tolosa-Montpelhier-Palma ¿eh? Exacto. Es un organismo de cooperación transfronteriza que agrupa las antiguas regiones de Languedoc-Rosellón, el Mediodía-Pirineos, el Principado y las Baleares.
¿Y Zaragoza, la ciudad chata? Los aragoneses se marcharon en el 2006 por el asunto del arte sacro de Lleida, que sería como si España rompiera relaciones con Bruselas por unos cuadros del Louvre. También nos falta Valencia.
Explica por qué es tan importante. Porque es el único organismo que Catalunya tiene para hacer política europea en el cual los estados no intervienen. Pasqual Maragall lo creó en el 2004, después del Eurocongreso 2000. Maragall y Pujol sabían bien qué se hacían. El corredor mediterráneo sale de este caldo de cultivo.
¿Y por qué no se conoce? El ámbito territorial me recuerda el imaginario de Josep Pla, Joan Maragall, Víctor Balaguer, Feliu de la Penya. ¡Y Richard Florida!, el de las ciudades creativas. O Kenichi Omhae, que fue el primero en decir que los Estados nación habían dejado de ser el motor del mundo. O Tony Judt, que es uno de los grandes pensadores de la identidad europea moderna.
¿Y qué ha pasado? Pues que las relaciones se han mantenido en la clandestinidad. Fíjate que el organismo no se llama eurorregión occitano-catalana, que sería su nombre natural. Además, entre 2010 y 2015 el Gobierno catalán lo ha infrautilizado.
¿El Gobierno del proceso? Yo he oído a responsables políticos diciendo que Barcelona se tenía que preocupar de París y Londres, no de Tolosa. O sea, que tú tienes un organismo de cooperación política, cultural y económica reconocido por Bruselas y lo reduces a la gestión más gris, cuando la identidad y la geografía son los dos caballos de batalla del futuro de Europa. Ha sido una animalada.
Quizás da miedo otro Muret. Quien tenga miedo de Francia que se lo haga mirar. Los franceses lo tienen todo perdido desde los años 90.
Si está vivo regulalo; si está muerto dale una subvención. Dicen que Francia es eso. Bueno, una mañana los franceses dejarán de creer en el estado, igual que un día dejaron de creer en Dios. Bruselas va a favor nuestro, en el tema de las eurorregiones. Si no se ha aprovechado, yo diría que ha sido por prepotencia. Y por una cierta ignorancia.
Hoy poca gente sabe que Enrique IV, el constructor de París, hablaba un occitano que cualquier catalán entendería, ¿verdad? ¡Enrique IV y D'Artanyà si hubiera existido! Con políticos franceses dando conferencias contra la eurorregión, como François Asselineau, que dedica 45 minutos de cada charla a decir que las eurorregiones destruirán Francia y que detrás hay los catalanes y los Estados Unidos, le habríamos podido sacar mucho provecho al tema.
Has dicho que Pujol sabía qué se hacía. Hombre, Pujol era amigo de Robert Lafont, que es una figura importantísima en Occitania. Si Tolosa tiene servicio de política lingüística es porque él presionó para que hubiera catalán en el Rosellón.
¿Cuánta gente habla el occitano? Entre uno y tres millones.
Eres poco preciso. Es un idioma que se esconde. Yo he oído personas que lo hablan habitualmente diciendo que no lo utilizan por teléfono para no estropear el aparato.
Caray. Están peor que los valencianos. Eso me lleva al segundo mensaje: es una vergüenza y un error plantear un Estado catalán como si fuera una República francesa. Catalunya tiene dos lenguas constitutivas, que son el catalán y el occitano. El resto son extranjeras.
Repite eso. El castellano es muy hablado, y los derechos de sus hablantes se tienen que respetar, evidentemente, pero es un idioma tan extranjero como el inglés. Hay una manera científica de explicarlo. El resto es ideología.
"Tan las fotei com auziretz; cen e quatre vint et veit vetz." "Tantas veces me las tiré como ahora oiréis: 188 veces". Eso es Guillem de Aquitània, siglo XI, hablando de unas hermanas casadas de Auvernha que se lo llevaron a la cama porque lo creían mudo. ¡Mira!, es un buen ejemplo para explicar que el catalán y el occitano nacieron aquí de una evolución del latín.
Te dirán esencialista. La alternativa es el modelo francés —o español— según el cual podemos despreciar y arrinconar la herencia occitana porque el aranés lo habla poca gente. El occitano y el catalán ya son reconocidos como lenguas propias y oficiales en el Estatut de 2006. La única cosa que tenemos que hacer es que el reconocimiento del occitano a todo el Principado sea real.
¿Qué significa real? Significa que las señalizaciones del metro, los ferrocarriles y las carreteras también estén en occitano, que la administración pueda atender en esta lengua, o que la Generalitat establezca cuotas de producción cultural. Significa tomarse en serio la lengua del Aran. Si queremos ser independientes, no podemos legitimar el viejo orden jacobino de estados fanáticos forjados por la fuerza de las armas y el supremacismo lingüístico. Catalunya tiene que nacer como un Estado federal o confederal auténtico.
Así se podrán sumar los territorios que quieran, más adelante.
Fotos: Sergi Alcàzar