La alcaldesa de Badalona, Maria Dolors Sabater, es una flor extraña en el desierto de vanidad y de cinismo que la izquierda autonómica ha dejado después de 40 años de democracia. A diferencia de Ada Colau, que también llegó al poder a remolque de la crisis de partidos, no es una figura teledirigida.
Sabater conecta con el antifranquismo popular que fue pervertido por el régimen de 1978. Ni que sea por intuición, encarna una izquierda catalana genuina, que había hablado siempre de Icària y no de Ítaca y que, antes de que el PSC empezara a utilizar la inmigración para repartirse el país con CiU, celebraba la Diada del 11 de septiembre en sitios como Torre Baró.
Sabater viene del mundo idealista y persistente que preservó el catalán en los barrios más sufridos del Área Metropolitana gracias a su compromiso con las luchas vecinales. Nacida en 1960, en una familia de obreros y pescadores, cuando empezó BUP descubrió que había chicos de su edad que no sabían, ni siquiera, que la lengua catalana existía.
Al morir Franco, ya estaba conectada con el movimiento pacifista, que ha sido uno de los entornos que le han marcado el pensamiento. Enseguida se hizo un sitio en el círculo de objetores de los años setenta, donde se la conocía como "la chica del camión". Primero porque era un ambiente muy masculino y, segundo, porque, efectivamente, a menudo ponía el camión de la empresa de su padre al servicio de los activistas.
Formada entre comunistas y anarquistas, pero sin afiliarse nunca a ningún partido, Sabater vivió durante años en el barrio Manresà, una zona apartada de Badalona con unos servicios municipales deficientes. Los padres eran gente de convicciones cristianas y estaban suscritos a casi todas las publicaciones en catalán del resistencialismo cultural antifranquista.
En casa, fue educada en un cierto republicanismo, aunque sus abuelos no hicieron la guerra. El padre -un hombre que leía y que creía en el poder de la cultura- solía recordar a los cinco hijos que, en una democracia, no hay súbditos, sino ciudadanos. Es probable que el valor romántico que Sabater da a la palabra venga del placer y del refugio que su progenitor encontró en los libros.
El hermano mayor de Zapatero nació en 1957 con una discapacidad muy grave, en un momento en el cual estas enfermedades se escondían de los vecinos y eran difíciles de tratar con humanidad. Los esfuerzos que vio en casa por dar una existencia amable a su hermano también influyeron en el rumbo que tomó su vida.
Licenciada en educación especial, Sabater ha trabajado de pedagoga en centros de acogida de inmigrantes y ha sido catedrática del departamento de ciencias sociales de un instituto de Llefià. Independiente y muy disciplinada, se ha mantenido siempre fiel al espíritu generoso y combativo que vivió de joven, mientras las izquierdas se iban banalizando.
Cuando la Generalitat promovía la integración de los niños árabes y asiáticos en castellano, ella ya defendía que era mucho más útil empezar por el catalán. Además de dar apoyo a los insumisos en una época en la cual iban en la prisión, colaboró desde muy joven con asociaciones de discapacidades.
Igual que le pasa al Anna Gabriel, Sabater tiene un aire de mujer endurecida que crea un rechazo burlón entre la gente que tiene una idea estrecha de la alegría y de la feminidad. Es verdad que Gabriel es una amazona y que Sabater tiene un aire más pacífico. Pero las dos dan miedo. Supongo que su coherencia recuerda que se puede ganar sin ser un arribista y eso despierta el recuerdo del país libre que fuimos.
Si el sistema de la transición no estuviera roto, Sabater no habría llegado nunca a ser alcaldesa de una ciudad tan grande como Badalona. Además, hasta hace poco cuidaba de otro hermano suyo que tuvo un ictus y ella misma ha dicho que si todavía estuviera vivo, no habría aceptado liderar la coalición que tomó la alcaldía en el PP, contra pronóstico.
A diferencia de la mayoría de popes de la izquierda, Sabater tiene una sensibilidad más ética que moralista, probablemente porque el dolor que no te destruye te hace mas fuerte. Quizás porque nunca ha pasado por la disciplina de un partido, se ha mostrado inesperadamente respetuosa con su programa electoral.
En vez de ceder a los equilibrios de poder y al reparto de cargos que suelen comportar las coaliciones, Sabater ha supeditado su obra de gobierno al cumplimiento de los objetivos que se había propuesto. Acostumbrada a tratar con adolescentes, es una dialogadora implacable que mata de cansancio a los negociadores más maquiavélicos y expertos.
Uno de los casos más famosos ha sido su negativa a recalificar unos terrenos donde Mercadona quería edificar a través de un pacto con una asociación de discapacidades. Cualquier otro político habría cedido a las presiones y al chantaje emocional. Pero mientras Mercadona alimenta manifestaciones de discapacidades con la esperanza de que Sabater pierda las próximas elecciones, la alcaldesa está por la faena y trata de tenerlo todo a punto para el referéndum.
A mí, el caso de Sabater me recuerda aquella frase de Pujols que dice que el pensamiento catalán sobrevive siempre a sus ilusos enterradores. Quiero decir que la alcaldesa es la expresión política más natural de la cultura popular que las izquierdas españolas han intentado trinchar todos estos años. Ahora que estan de moda los líderes valientes y genuinos, incluso podría ser que el PP vuelva a quedar fuerda del gobierno en badalona, en las próximas municipales.
Claro que con la Guardia Civil nunca se sabe.