Ernest Maragall pertenece a una generación de políticos que creció marcada por la violencia del siglo XX y por el cinismo que presidió la transición. Nacido en Barcelona en 1943, estudió en la Escola Virtèlia al lado de figuras como Mayor Zaragoza, Jordi Pujol, Miquel Roca y Narcís Serra. Con su furia represiva, Franco diezmó terriblemente a la clase dirigente del país, pero, cuando murió, los hijos de los supervivientes estaban ya en una buena posición para volver a llenar los huecos creados por la dictadura.
Después de unos años de dedicarse a la publicidad, consiguió una posición de técnico en el Ayuntamiento de Barcelona de estas que se dan a dedo. Igual que su hermano Pasqual, entró a trabajar en el consistorio al final de la época de Porcioles, un político de tercera fila de la Lliga que se convirtió en un mal menor para la ciudad durante la dictadura. Los dos hermanos han trabajado juntos siempre que han podido y mantienen una relación estrechísima desde la infancia, cuando jugaban a fútbol en el palacete que la familia tiene en la calle de Alfonso XII.
Como sus hermanos, Ernest creció en un cóctel de influencias muy contradictorias. Mientras la familia adoraba el legado del abuelo Maragall, quizás el escritor más comprometido con la libertad de Catalunya, él vivía en castellano y recibía el ejemplo del tío falangista que lo colocó en el Ayuntamiento. Para acabar de arreglarlo, su madre había estudiado en la Institución Libre de Enseñanza y se ocupó de que sus ocho hijos fueran educados en los valores republicanos, en la medida de lo posible.
Al lado de Pasqual, Ernest militó en grupúsculos antifranquistas como el FOC antes de participar en la fundación del PSC. Su carácter político se forjó a la sombra de la popularidad que su hermano adquirió a mediados de los años 80, cuando Barcelona ganó el nombramiento para acoger los Juegos Olímpicos de 1992. A partir de aquí es como si el tándem hubiera agudizado el carácter de los dos hasta el punto de crear una unidad bicéfala, en la que Ernest desarrollaría los atributos de la voluntad de poder y su hermano, los atributos de la voluntad de presencia.
Hombre lento, disciplinado y reflexivo, Ernest hizo política en la sombra del poder hasta la formación del tripartito, dando la base necesaria a su hermano para que pudiera pensar a lo grande. Durante los años 90 ocupó cargos grises mientras se dedicaba a proteger los hombros de Pasqual Maragall, que se encontraba en su mejor momento político. Cuando su poder en el PSC declinó, el alcalde se sintió tan desprotegido que se marchó a Roma esperando que lo llamaran para asaltar la Generalitat.
La carrera política de Ernest Maragall no toma visibilidad hasta que su hermano lo nombra secretario de Govern, después de ser investido president en el 2003. Desde este cargo coordina las negociaciones del Estatut con CiU y ERC, a veces llegando a acuerdos a espaldas de Montilla, que hacía de policía de Madrid para ahorrar trabajo a los tribunales y a la Moncloa. Cuando Zapatero hizo caer a su hermano, aprovechando que sufría Alzheimer, Montilla lo repescó y lo nombró conseller de Educació.
Como conseller, se puso en contra a toda la clase docente y protagonizó polémicas típicas del autonomismo, como, por ejemplo, cuando dijo que los niños de Osona no hablaban lo suficiente bien el castellano. Su carácter fuerte lo hizo chocar con el entonces presidente Montilla, sobre todo cuando afirmó que el tripartito no tenía modelo de país y que se tenía que disolver. Acostumbrado a hacer y deshacer, la salida de su hermano y las contradicciones que el independentismo introdujo en el discurso del PSC lo fueron poniendo en una situación cada vez más incómoda.
En 2012 fundó Nova Esquerra para tratar de dar continuidad al grupo de incondicionales de Maragall. El alcalde había dicho alguna vez que el auténtico Pasqual Maragall es Ernest, pero sin el carisma de su hermano, tuvo que acercarse a Oriol Junqueras para sobrevivir. En una época en que ERC pasaba el rastrillo por toda la izquierda catalana, Ernest Maragall consiguió un buen trato a cambio de dar carta de respetabilidad constitucional ante Madrid al partido republicano.
A diferencia de ERC, que había votado contra la Constitución y contra el Estatut, Ernest Maragall siempre había votado correctamente según los estándares españoles. Infatigable y muy pragmático, el líder de Nova Esquerra consiguió un escaño de eurodiputado en las europeas de 2014. Para blindar su relación con ERC y demostrar su compromiso con la nueva izquierda catalana hegemónica, enseguida anunció que cedería su silla a Jordi Solé a mitad de legislatura.
Después de la aplicación del 155, fue a la lista de ERC en las elecciones del 21-D y su nombre sonó para presidir el Parlament. Su edad, se decía, impediría que el Estado lo pudiera meter en la prisión, si había que saltarse alguna sentencia del Tribunal Constitucional. Era difícil que alguien tan acostumbrado a ver pasar ataúdes por delante suyo se expusiera de esta manera, con Puigdemont fuera del control de Madrid y de los mismos partidos independentistas.
Finalmente, después del informe de los letrados contra la investidura telemática del president exiliado, pasó el muerto a Roger Torrent y se conformó en ser presidente de edad de la Mesa. En la sesión constitutiva, dejó caer un discurso contra el Estado español muy aplaudido. En alguna entrevista ya ha dicho que los partidos del 1 de octubre deberían hablar más de República y menos de independencia.