Cuando en el mitin de inicio de la campaña la noche del 4 de diciembre Xavier García Albiol gritó "y el 21 ¡a por ellos!", sintetizó su esencia como político: un hooligan con instinto. Detrás de un balcón simulado que recordaba la escena berlanguiana de Bienvenido Mister Marshall, con las banderas española y la catalana extendidas, Dolors Montserrat a su derecha y Andrea Levy a la izquierda, García (por parte de padre originario de Almería, conductor de un camión de la limpieza) Albiol (por parte de madre catalana, peluquera) se licenciaba como el Manolo el del Bombo de la política.
En la propia web del PP, en un audio de un populismo del que presume sin manías, este fan confeso de Torrente habla de un "ejército de hombres y mujeres dispuestos a salir a la calle, unidos, a ganar el partido". Es esta futbolización de la política aquello que lo lleva al mismo grito de "a por ellos" con el que muchos ciudadanos españoles despedían a la Guardia Civil y la Policía española que venían a Catalunya para detener el referéndum. Guardias y policías que García Albiol fue a ver a su hotel de Pineda para decirles que tenían el apoyo de los "catalanes de bien que son los que también se sienten españoles" —la misma "gente normal" que echa de menos en TV3—, a pesar de los golpes de porra que recibieron sus vecinos. Bien, no los de Badalona, no fuera que no lo volvieran a votar si quiere recuperar la alcaldía que tuvo del 2011 al 2015.
Porque es en su ciudad donde García Albiol, de 51 años, ha tenido su gran éxito político, a fuerza de convertir la segunda ciudad de Catalunya en un experimento lepenista para el PP, hasta que, a pesar de ganar de nuevo, se encontró con una alianza en contra. Los dos metros de altura que lo llevaron a jugar en las categorías inferiores de la Penya, llegaron a la militancia del PP en 1989, cuando sólo tenía 22 años. A los 24 ya era concejal y desde entonces ha vivido de la política, con episodios tan esperpénticos como el puñetazo a un manifestante en 2006 antes de un mitin en Martorell de Josep Piqué y Ángel Acebes. Pero, a pesar de este hooliganismo, ha demostrado un instinto político que le ha permitido sobrevivir casi 30 años en el partido que ha quemado a Vidal-Quadras, Sánchez-Camacho, Montserrat Nebrera y Piqué. Eso sí, él lo preside nada más desde marzo del 2017 y es la segunda vez que es candidato a la Generalitat. La primera con un sonoro fracaso que las encuestas le vuelven a augurar y que lo lleva a competir con Ciudadanos por la derecha.
El candidato del PP del 155 —que él quería de dos años— estudió Derecho sin acabar la carrera, pero no le ha ido mal. De hecho, es de los diputados con más patrimonio de la última legislatura. Acumulaba un millón de euros equivalente al valor de cuatro viviendas (dos en Badalona, una en Barcelona y una en Platja d'Aro), tres garajes, 3.000 euros en acciones, 126.000 en planes de pensiones y 120.000 en varias cuentas. Además, tiene un velero Bavaria, un Toyota Auris y administra la inmobiliaria Incendo S.L. Guanyem Badalona ha denunciado que acumula 12.844 euros brutos cada 30 días, gracias a tres sueldos: el de diputado, el de concejal y el de senador.
Padre de los mellizos Sandro y Nadia, de 10 años, no se sabe qué le dijo su pareja, Vanessa Carcasona, cuando sobre el modelo de urna del 1-O soltó: "Mi mujer tiene una igual para la ropa sucia". Pero es que este perico quiere ser el malo de la película y en realidad es un pantomime villain con don de gentes a quien continuamente se le perdona ser un bocazas incombustible.