Hace seis años, uno de los principales diarios de la prensa española publicaba en portada las imágenes con el rostro de un grupo de maestros y maestras catalanes. Se titulaba la pieza "Los 9 maestros catalanes de la infamia".
Aquella noticia fue devastadora. Una diana pública. Un señalamiento cruel y absolutamente contrario a la ética y al rigor que debió generarle muchos "clics" al diario, pero que, para no pocos, fue una evidente falta de rigor.
Han pasado los años y todos los maestros y maestras han sido absueltos por los hechos de los que se les acusaba. Todo ha quedado en nada. Pero ahora ya no saldrá en portada en ese mismo diario, aunque debiera.
Han sido muchos los casos en los que, como este, se ha hecho muchísimo daño a personas absolutamente inocentes. Mentiras repetidas mil veces, que jamás dieron el más mínimo margen a la prudencia. Mentiras deliberadas que destruyeron, aunque fuera temporalmente, a esas personas, a sus familias, a su entorno. La prensa no debería jamás participar en la destrucción de nadie. Pero lo hace.
Esa prensa que dice estar tan preocupada por los bulos, esa es la que publica constantemente mentiras oficiales. Y se dedica a incumplir todas las normas deontológicas si de machacar al enemigo de quien les paga, se trata.
Tamara Carrasco fue otro ejemplo. Y a estos, se suman innumerables casos en los que, el "periodismo" se ha dedicado a servir de vocero y propagandista de un poder oscuro, inhumano y despiadado que se ha servido de aquellos para generar odio entre la población.