Esta semana la Comisión Europea anunciaba la propuesta de un plan para "ahorrar gas", de cara a un "invierno seguro".
En el Plan, que será valorado y estudiado por los ministros de energía el próximo martes en una reunión del Consejo extraordinaria, propone un objetivo voluntario de reducción de la demanda de gas en un 15% entre el 1 de agosto y el 31 de marzo de 2023. Para lograrlo, establece algunas medidas mediante las cuales "los Estados miembro pueden fomentar la disminución de la demanda y el consumo del gas por parte del sector público, las empresas y los hogares". Con arreglo a la propuesta de Reglamento del Consejo, los Estados miembro harán todo lo posible por reducir su consumo nacional de gas en al menos un 15% en comparación con su consumo medio en el mismo periodo durante los cinco años anteriores.
El nuevo instrumento jurídico establecerá que la Comisión pueda declarar una alerta de la Unión, ya sea a iniciativa propia o a solicitud de tres Estados miembros, que permitiría la introducción de un objetivo obligatorio de reducción de la demanda.
El Reglamento que se quiere poner en marcha, según se ha anunciado, tendría un periodo de dos años de aplicación, y será revisado en agosto de 2023.
Nada más conocerse el plan, España ya se pronunció en contra. Aunque está por ver de qué manera nos someten una vez más a las directrices de la Comisión Europea.
El plan sale a la luz la semana en la que el Nord Stream 1 recupera su actividad, después de que fuera enviada una turbina a Canadá y desde allí se negasen a enviarla de vuelta por temor a incumplir las sanciones contra Rusia.
Mientras Von Der Leyen señalaba a Putin como responsable del corte del suministro, el presidente ruso planteaba la apertura del Nord Stream 2, que nunca ha llegado a funcionar por decisión unilateral alemana.
Finalmente, Trudeau dio luz verde a la salida de la dichosa turbina el pasado fin de semana, desbloqueando así la situación de Alemania, que agonizaba ante el terror de ver el canal cerrado.
Una Alemania que, dicho sea de paso, está enviando gas a Marruecos mientras anuncia a su ciudadanía que habrá recortes en el suministro durante el invierno.
A la vista está que la información es confusa, que los hechos no responden al relato que se nos está queriendo contar, y que al final, lo que a nosotros nos importa, es qué ocurrirá con la factura que tendremos que pagar para mantenernos este invierno en nuestras casas y para poder ir a trabajar. Ellos, los que toman las decisiones, nos cuentan sus relatos, que no parecen ser del todo ciertos, intentando justificar que seamos nosotros los que vayamos a empobrecernos notablemente, los que vayamos a pasar frío y los que sintamos una tremenda incertidumbre sin que nadie nos haya consultado ni una sola de las decisiones que dicen tomar en nuestro nombre.
El conflicto del gas, también lo es de su relato.