El Partido Socialista ha denunciado ante la Fiscalía el apaleamiento del muñeco que representaba a Pedro Sánchez en la calle Ferraz durante la Noche Vieja. El partido considera que estos hechos podrían ser constitutivos de delitos como amenazas, odio, manifestación ilícita o injurias graves contra el jefe del Ejecutivo. Consideran desde el partido principal del Gobierno que estos hechos incitan a un magnicidio y que exceden de la mera crítica política.
En la denuncia se señala que estas actitudes ponen en riesgo, aunque sea en abstracto, “la seguridad e integridad personal del presidente” y “la de los que representan al PSOE o se identifican con la ideología socialista”. Y además, subrayan que estos hechos suponen una clara actitud de amenaza a todos ellos, sin poder ampararse en la libertad de expresión. Por ello, entienden los denunciantes que la conducta merece un reproche penal.
Está por ver lo que considera ahora la Fiscalía ante estos hechos. Y digo lo de “ahora” porque ya hemos vivido algo similar, y la Fiscalía decidió archivar la causa. Hemos visto en los últimos años cómo se han producido hechos similares con la figura, por ejemplo, del president Puigdemont, de Comín y de Ponsatí. Sin ir más lejos, este mismo año, en el mes de abril, en La Rioja, muñecos que representaban a los tres líderes independentistas fueron quemados en una fiesta popular en La Rioja.
La fiesta popular de la quema de Judas escoge cada año a figuras populares que se consideran “malas” para ser “ajusticiadas” de manera pública mediante la quema de muñecos que les representan. Una tradición que se celebra también en otros pueblos, como en Coripe, en Sevilla, donde en 2019 se “fusilaba y quemaba” a un muñeco que representaba a Puigdemont. En aquel momento, sorprendentemente, el pueblo de Coripe, donde se realizó tal “tradición”, estaba gobernado por el PSOE. No fue un acto organizado por un grupo de personas de manera independiente, sino que, como señalaba el propio Puigdemont, se trató de una actividad oficial, amparada por las autoridades socialistas. Se utilizó munición real y participó, incluso, la Policía Local.
La elección del personaje la hicieron las familias de los alumnos de segundo curso de la ESO del instituto del pueblo, para recoger fondos para el viaje de fin de curso. Además, la celebración está considerada como interés turístico nacional. En 2018, el alcalde Antonio Pérez y su concejala de festejos, Irene García, tuvieron que declarar ante un tribunal, acusados de un supuesto delito de odio, en una causa que finalmente fue archivada. En esa ocasión se quemó el muñeco de Ana Julia Quezada, la asesina confesa del pequeño Gabriel Cruz.
Un año después, y ante la denuncia por el caso del muñeco de Puigdemont, la Fiscalía tampoco vio un delito de incitación al odio. En aquel momento, se consideró que el hecho respondía a una celebración tradicional. Sí se apuntó que pudiera haberse incurrido en un delito de injurias, pero que para tenerlo en cuenta, el president debería denunciarlo expresamente. No obstante, el alcalde de la localidad se disculpó públicamente y recordó que, previamente, el pueblo había quemado muñecos de Felipe González, Urdangarin o Aznar. Está por ver lo que ahora considere la Fiscalía. Que ya sabemos de quién depende.