"Si vuestra democracia es destruida por mensajes pagados por una potencia extranjera, igual no es una democracia muy fuerte para empezar". Esta afirmación la ha hecho el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance durante la Conferencia de Seguridad de Múnich. Ha acusado a Europa de haber “perdido sus valores”, esos que se supone “compartía con Estados Unidos”. Concretamente, se refería a los valores como la defensa de la libertad de expresión. Según Vance, la libertad de expresión está sufriendo un grave retroceso en Europa: denuncia que los Estados miembro están suprimiendo y cancelando visiones políticas estableciendo “cordones sanitarios” que suponen el “aislamiento de millones de votantes”.
Además de la cancelación, Vance ha subrayado la persecución que se está haciendo contra los mensajes discrepantes. “La amenaza que más preocupa en Europa es la amenaza interna que representa la retirada de Europa de algunos de sus valores fundamentales, que comparte con nosotros”. Según apunta El Nacional, estas críticas van dirigidas especialmente a las “regulaciones” que Bruselas está estableciendo para las redes sociales.
Durante estos últimos días hemos conocido cómo se ha articulado una red de financiación de miles de millones de dólares que, a través de la agencia de ayuda USAID, ha regado a supuestas organizaciones no gubernamentales, que, a su vez, han financiado proyectos de comunicación con el fin de imponer una sensación ficticia de consenso en la opinión pública. A través de la creación de contenidos, imponiendo relatos en los medios de comunicación que reciben este tipo de financiación —tanto de manera directa como indirecta— se ha creado una enorme red clientelar que ha pisoteado derechos fundamentales como el del acceso a la información veraz y contrastada, así como la libertad de expresión y de opinión. España ha hecho gala de ello por la vía de los hechos y de las intenciones.
Denunciaba Viktor Orban esta semana que este tipo de financiación se ha utilizado para tratar de derrocar gobiernos, como el de Hungría. Y Vance ha denunciado que no solamente faltan valores, sino acciones que los pongan en el plano real, señalando el papel de algunos tribunales, como el de Rumanía, que han bloqueado un proceso electoral. Ha dicho algo evidente, pero que viviendo los tiempos en los que nos toca vivir, parece algo sorprendente: “Expresar opiniones no constituye una interferencia electoral, incluso cuando las personas expresan opiniones fuera de su propio país, incluso cuando esas personas son muy influyentes”. Se refería en este caso a las quejas y acusaciones por “injerencia” hacia Elon Musk desde Alemania, al haberse pronunciado a favor del partido AfD.
El discurso de Vance ha sido como un jarro de agua fría. Ha ido aumentando la tensión hasta llegar al punto álgido: "Si intentáis huir de vuestros propios votantes, no hay nada que América pueda hacer por vosotros". Un claro aviso para Europa, que si quiere seguir siendo discípula de Estados Unidos, tendrá que replantearse la deriva totalitaria en la que se ha sumido. No deja de ser sorprendente que el rebaño de los líderes europeos camine por donde la Administración de turno de Estados Unidos le guíe. Ahora toca alinearse con Trump, y será sorprendente ver los giros de timón tan radicales que alguno va a tener que dar si quiere mantenerse a flote.