Esta semana hemos vivido una "bomba" política. La dimisión de Íñigo Errejón ha supuesto una sorpresa para todos. Al menos para la mayoría de la opinión pública, que no nos esperábamos que esto pudiera suceder. 

La desaparición fulgurante del líder de Sumar, superviviente de la "matanza política de Vistalegre",  ese "chico bueno" que parecía uno de los "chicos buenos" de la "nueva política" nos ha dejado con la boca abierta. 

Las reacciones, los supuestos hechos de los que se le acusan, están siendo alucinantes. 

Y, se mire por donde se mire, todo es francamente asqueroso.