A pesar de que los asuntos que nos ponen delante parecen opacar lo que sucede más allá, están ocurriendo cosas en nuestro entorno que merecerían nuestra atención. Europa está en un momento especialmente delicado, y por desgracia, poco se habla de ello. Conocemos noticias sueltas, sobre lo que sucede en Francia estos días, o el comienzo del nuevo ejecutivo europeo, pero quizás nos vendría bien podernos detener en una visión de conjunto. 

Mientras Georgia sufre por su acercamiento a la Unión Europea como opción, Hungría es acusada de espionaje a funcionarios de la UE. El excomisario de Justicia está siendo investigado por presuntos delitos fiscales, y el Tribunal Constitucional de Rumanía acaba de anular las elecciones presidenciales, sentenciando la repetición de la primera vuelta y anulándose la que se tendría que hacer mañana, domingo. Todo el proceso electoral ha sido anulado. Y deberá repetirse. En España, tenemos al gobierno rodeado de escándalos y con la catástrofe de la gota fría entre las manos. 

Y esto sucede poco después de que las elecciones en Moldavia también tuvieran que revisarse parcialmente. Macron se ha caído de bruces esta semana, tras la moción de censura a su primer ministro Barnier, y en este contexto, París recibirá a más de 60 presidentes y jefes de Estado antes de una ceremonia que durará todo el fin de semana para celebrar la reapertura de la catedral de Notre-Dame después de cinco años de renovaciones tras un gran incendio en abril de 2019.

 

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no asistirá a la reapertura de la catedral de Notre-Dame en París. Tenía previsto hacer escala en París a su regreso desde Montevideo, Uruguay, pero decidió no hacerlo en el último momento. Lo ha anunciado apenas horas después de cerrar un controvertido acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur, al que París se opone rotundamente. Francia, que considera que es inaceptable, tal y como se ha aprobado, ha expresado reiteradamente su preocupación por la competencia desleal en el sector agroalimentario y los posibles riesgos para el Acuerdo de París sobre el clima. Pide cláusulas espejo para garantizar la igualdad de condiciones en materia reguladora con los cuatro países homólogos latinoamericanos.

Francia está muy cabreada, aunque también es cierto que los enfados de París ahora pesan muchísimo menos que hace unos meses, cuando el gobierno de Macron todavía no había caído. Y es que lo sucedido esta semana ha evidenciado la debilidad del ejecutivo francés, que Macron ahora tendrá que sostener colgado de un hilo. Y la debilidad de Francia se ha hecho patente en la negociación del Mercosur. El propio ex primer ministro, Gabriel Attal, lo soltó en Twitter: “Ante la ausencia de un gobierno, las negociaciones de Mercosur se aceleraron el miércoles por la noche y concluyeron hoy”. Y desde el Elíseo, también se pronunciaron en términos a los que no estamos acostumbrados: "La Comisión ha concluido las negociaciones con los países del Mercosur, es su responsabilidad. Pero el acuerdo no ha sido firmado ni ratificado. Así que no es el final de la historia".

Ciertamente, el texto deberá ser consolidado, traducido y compartido con todas las capitales de la UE, y en el Consejo Europeo se debatirán las posibilidades de su firma. Países como Polonia, Austria, los Países Bajos e Irlanda también han expresado reservas sobre el acuerdo.

Han sido 25 años los que se ha tardado en empujar a la luz este acuerdo de Mercosur y la Unión Europea. Este acuerdo se va a querer presentar en Europa como un alivio ante las medidas anunciadas por Donald Trump, quien, por cierto, sí estará hoy en la reapertura de Notre-Dame. Desde el pasado mes de noviembre, cuando Trump ganó las elecciones presidenciales, en Europa hubo nervios, sobre todo por lo que las medidas arancelarias del nuevo presidente pueden suponer para algunos países como Alemania. 

Durante la campaña, Trump prometió imponer nuevos aranceles comerciales, de entre el 10 y el 20% a todas las importaciones. Macron reaccionó relanzando la agenda de la soberanía europea, diciendo que no tenía “ninguna intención de dejar Europa como un escenario habitado por herbívoros, para que vengan los carnívoros a devorar, según su agenda”. Unas palabras que también ha usado Borrell, para señalar que Europa debería reaccionar ante lo que se está produciendo entre los dos gigantes mundiales, EE. UU. y China. 

Dentro de la UE, la sensación de verdadera preocupación se ha evidenciado en países como Polonia, donde los agricultores ya han amenazado con bloquear fronteras respecto a Ucrania, con el objetivo de que su gobierno les proteja: además de la situación que generan los aranceles especiales respecto a Ucrania, ahora llegan las ventajas para Mercosur. Las visiones están polarizadas. Y sindicatos, colectivos ecologistas y productores agrarios ya han protestado en contra de este acuerdo. Desde otro punto de vista, hay quien considera que a Europa le viene muy bien establecer relaciones de comercio exterior con aquellos que también crean en lo que llaman “relaciones basadas en reglas”. 

En cualquier caso, de momento, lo que se está viendo es un proceso de deseuropeización de la economía global, y parece necesario que Europa mire hacia dentro y repiense sus políticas a nivel climático, energético, alimentario, agrícola, y social. Pues da la sensación de que esta recién estrenada Comisión Europea tiene más interés en el papel a desarrollar en el plano exterior, que en las necesidades de la población europea. 

Por el momento, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, defiende que compremos armas y gas a Estados Unidos. Y mientras, el alemán Olaf Scholz, animaba al legislativo a poner en marcha leyes que puedan aliviar su economía, como garantizar la seguridad de los precios de la energía, y desarrollar un paquete de 1.300 millones de euros para subsidiar las tarifas y que los bolsillos de los clientes no se vean tan afectados. Hay que recordar que Scholz está en sus últimos días como canciller, pues a finales de febrero habrá elecciones anticipadas en Alemania. 

Mientras tanto, pasan cosas buenas, aunque no lo parezca. Y es que en una comisión del Congreso de Estados Unidos (su Cámara de Representantes), han aprobado el texto que recoge los frutos de dos años de investigación pública sobre la pandemia del covid-19. Un informe que apunta a la probabilidad más segura del origen del virus: el biolaboratorio de Wuhan, que operaba, en parte, con fondos estadounidenses, donde se desarrollaban experimentos de ganancia de función, altamente peligrosos y éticamente cuestionables. El informe no deja claro cómo salió el virus del laboratorio, si fue una salida fortuita o si cabrían otras posibilidades. Aunque pretende dar a entender que, a pesar de la responsabilidad confirmada de funcionarios americanos que censuraron la verdad, de intromisión en la opinión pública mediante censura, que se malversaron fondos públicos americanos, y otras muchas cuestiones de interés que les afectan directamente, la pelota se va a poner en el tejado de China. Es con toda probabilidad la versión que sustentará Trump, y que, seguramente, deje muchas sombras por aclarar. Pero, sin duda, lo que ha salido a la luz de manera confirmada por la Cámara de Representantes, con el consenso de los partidos mayoritarios, es suficiente para explicar aquí lo que hemos vivido en pandemia. Y de esta manera, quizás podamos comprender en qué manos estamos. 

Por cierto, la presidenta de la Comisión Europea está ahora mismo teniendo que dar explicaciones a la justicia por el Pfizer Gate, pero de eso tampoco se habla. Ya lo iremos haciendo nosotros…