Hace tan solo una semana nos sorprendíamos con el anuncio de Mark Zuckerberg sobre la compañía Meta. Como sabes, Zuckerberg nos confesaba haber estado censurando contenido en sus plataformas de redes sociales (Instagram y Facebook) a pesar de ser cierta. Lo dijo en relación con las vacunas de la covid-19. Dijo también que la censura se había servido de la labor imprescindible de los verificadores. Les acusó de trabajar con sesgo político y denunció haber recibido presiones por parte del gobierno norteamericano para actuar de manera ilegal contra la libertad de expresión de los usuarios.
Reconoció que, efectivamente, nos censuraron información sabiendo que era cierta, que tenía que ver con la seguridad y la salud de la población, y además se permitió etiquetarla como falsa, inexacta o desinformación. Esto generó un clima en el que la gente no fue verdaderamente libre a la hora de tomar una decisión y formar así el necesario consentimiento informado que tampoco se dio. Nadie les contó la verdad a los millones de personas que, de buena fe, se inocularon un producto que podía poner en grave riesgo su salud e incluso su vida. ¿Por qué se ocultó todo esto? ¿Por qué todos los gobiernos actuaron de la misma manera? ¿Por qué no quisieron que información veraz y honesta, como dice Zuckerberg, saliera a la luz? ¿Solamente por salvar a las farmacéuticas y a las aras públicas de tener que pagar millonarias indemnizaciones?
Las mentiras venían de la mano de los organismos oficiales. La censura de la verdad, también. Y para tenerlo todo bien controlado, se sirvieron de entidades privadas como las plataformas de redes sociales, los verificadores y también de empresas como Google o Youtube. Resulta frustrante comprobar cómo la información que aparece en el buscador de Google no muestra el trabajo realizado por tantos profesionales a nivel mundial, con pruebas y fuentes documentadas, sobre los hallazgos del origen de la covid, de las inoculaciones y de los riesgos para la salud. Es necesario utilizar otros buscadores diferentes a Google para poder dar con ello. Noticias, estudios, declaraciones, han sido eliminadas para que la ciudadanía no pudiera llegar a ellas. A los medios de comunicación que se atrevieron a dar esta información les han boicoteado a través de la publicidad, y les han eliminado del principal buscador. Censura, discriminación y una puesta en peligro a la ciudadanía.
La Unión Europea le cogió gusto al asunto de la censura, porque sus líderes vieron que era una manera eficaz de hacer negocios a costa del dinero de todos, sin que nadie pareciera preguntar en una situación de pánico. Por eso se preparó en 2022 el código de buenas prácticas para las plataformas online por parte de la Comisión Europea, al tiempo que se aprobó la Directiva de Servicios Digitales, que se proponía combatir las noticias falsas sobre vacunas, información sanitaria falsa, teorías conspirativas que, según los líderes europeos, "pusieron en peligro muchas vidas durante la pandemia de la covid". Después ha venido Sánchez a decirnos que dentro de su paquete de medidas para la regeneración democrática tiene interés en hacer un control de lo que se publica en las redes sociales, en el mismo sentido que las pautas europeas. Censura pura y dura. Porque para abordar una información deliberadamente falsa ya existen los ordenamientos jurídicos y la administración de justicia. Se supone.
Con lo que no contaba Sánchez, ni la Comisión Europea, seguro, era con que Zuckerberg abriera la caja de Pandora y mucho menos con que Google y Youtube le hicieran un corte de mangas, como acaba de suceder, a la normativa europea. Google ha remitido una carta a la directora general adjunta del área de contenido y tecnología de la Unión, Renate Nikolay. Kent Walker, jefe de asuntos globales de Google, calificó la integración de verificación de hechos promulgada por el código de prácticas de desinformación de la Comisión Europea como "no apropiada ni efectiva para los servicios ofrecidos por Google" y por eso ha querido avisar a las autoridades de que no la pondrán en marcha. Youtube se ha manifestado en el mismo sentido, señalando que ya cuenta con prácticas de moderación de contenidos y que no tiene intención de implementar otras medidas.
Evidentemente, estas compañías están actuando por su propio interés, que dudo mucho que tenga algo que ver con la defensa de nuestra libertad de expresión o nuestra seguridad a la hora de poder informarnos libremente ante cualquier cuestión. Sin embargo, resulta evidente que el giro (que desconocemos hacia dónde irá) supone ya una puesta en evidencia de estas compañías y de los gobiernos que en ellas se sustentaban, dejándonos claro que nos mintieron, que nos ocultaron información importante de manera deliberada. Información que ha costado vidas y salud.
Lo que todavía resulta aún más sorprendente es la pasividad de la gente ante semejante escándalo. Cuesta trabajo asimilar esta enorme mentira, esta terrible barbarie, pero la impunidad de todos los que nos han engañado y puesto en riesgo nuestras vidas se mantendrá si seguimos pensando que todo lo que denunciamos es un bulo. Que es lo que ellos repiten constantemente para que ya no nos creamos a nadie. Después de la Cámara de Representantes de EE.UU., llegan las redes sociales: Facebook e Instagram, y ahora Google. ¿Cuándo saldrá la gente a la calle?