Este fin de semana, millones de personas en todo el mundo celebran sus tradiciones religiosas. El cristianismo, con la Semana Santa, la pasión, muerte y resurrección de Cristo, y en la cultura musulmana, el Ramadán. Unas celebraciones que nos invitan, también a los no religiosos ni practicantes, a meditar y pensar sobre aquello que debe "morir" para poder caminar de nuevo. Una invitación al trabajo de la espiritualidad, de la humanidad, más allá de las religiones, de las distintas culturas. Un tiempo para la renuncia, para la empatía, para ponernos en la piel de los que más sufren y acompañarles con plena conciencia. Un momento para apostar por un cambio, también desde la individualidad de nuestras pequeñas luchas, por la búsqueda de las soluciones.