La desprotección que sufren nuestros mayores es escalofriante. Una sociedad que no cuida de ellos no merece considerarse ni avanzada ni digna. Y a la vista está que, en España, el trato que se dispensa a las personas de mayor edad dista mucho de ser mínimamente óptimo. El escándalo que saltó a la luz en la pandemia sobre el trato que se ha dado en las residencias de mayores es inasumible por una sociedad que debiera tener principios y criterios básicos de cumplimiento de los derechos humanos. 

Las dificultades que ha habido históricamente para que nuestros mayores puedan gozar de pensiones que les permitan hacer frente a las necesidades más básicas es otra de las obvias lagunas de nuestro sistema. Pero hoy, especialmente, quiero poner el foco en una serie de denuncias que están surgiendo, concretamente en poblaciones de la llamada "España vaciada", donde agentes externos de entidades bancarias estarían estafando a los mayores contratando servicios bancarios de manera fraudulenta, llegando incluso a sacar efectivo de las cuentas de los mayores sin que estos se den cuenta.

Una denuncia pública para que revisemos todos los servicios contratados en los bancos a nombre de nuestros mayores, y que vigilemos bien los productos que pudieran haberse contratado supuestamente por ellos. Nadie se merece ser estafado, pero mucho menos ellos.