La vuelta de Carles Puigdemont ha puesto sobre la mesa una serie de cuestiones que, por lo que parece, pocos quieren abordar.
Más allá de los insultos, de las mentiras y de la guerra interesada partidista, hay una cuestión fundamental: qué ocurre cuando, en un Estado, los jueces deciden no aplicar las leyes que emanan de la soberanía popular.
Algo que no solamente sucede cuando de independentistas se trata. Un hecho de máxima gravedad que nos afecta, sobre todo si tenemos en cuenta lo que está sucediendo en todos los territorios del Estado, al mismo tiempo, y sin que a penas nadie sea consciente. Nos quedamos sin tierras de cultivo, sin ganadería, sin agua. Y todo porque estamos perdiendo la capacidad de enterarnos bien de lo que sucede, de estar bien representados por políticos que den la cara por nuestros derechos, y porque al final, se persigue como a un criminal a quien está plantando cara a los abusos del sistema corrupto.
Todavía estamos aquí y, por desgracia, estamos "así": absolutamente desprotegidos, desinformados y sin herramientas para defendernos.