Esta semana se ha celebrado la cumbre de la OTAN en Vilna, donde hemos podido observar dos grandes asuntos sobre la mesa: la situación de Suecia y la de Ucrania respecto a su deseo de entrar en la Alianza Atlántica.
En un primer momento, se anunció por la mayoría de los medios occidentales que, según Stoltenberg, secretario general de la OTAN, el presidente de Turquía, Erdoğan, habría cambiado su postura respecto al veto de Suecia en la OTAN y estaría dispuesto a abrirle la puerta.
Sin embargo, olvidaban la mayoría de los medios de comunicación, que las palabras de Erdoğan contenían una condición, que evidenciaba que su postura, en realidad, no había cambiado tanto: condiciona la entrada de Suecia en la OTAN a la entrada de Turquía en la UE. Algo que, obviamente, necesitará tiempo y no se resolverá de inmediato.
También se ha dicho que tras el aparente cambio de postura de Erdoğan podría estar Biden, que le habría ofrecido una suculenta financiación por parte del FMI para la reconstrucción de Turquía, tras la catástrofe sufrida a comienzos de este año por los terremotos.
La segunda gran cuestión que se abordó en la cumbre tuvo que ver con Ucrania. Llama la atención la reacción de Zelenski, que mediante un tuit público incendiario, consideró que era una falta de respeto lo que se le estaba haciendo a Ucrania, al no darle un calendario claro sobre su entrada en la Alianza.
Un mensaje público que tuvo consecuencias, puesto que desde la delegación estadounidense declararon a través del Washington Post estar literalmente "enfurecidos" ante semejante actitud del presidente de Ucrania.
Aunque Zelenski intentó rectificar después y mostrarse agradecido con los socios de la OTAN, ya era demasiado tarde. El malestar en EE.UU. y en Reino Unido ha sido evidente y, de hecho, The Guardian ha trasladado las consideraciones de los responsables de defensa, que señalan duramente al ucraniano como un desagradecido.
El propio embajador de Ucrania ante Reino Unido ha tenido que dar explicaciones por el tono empleado por Zelenski, reconociendo que no es momento de ser sarcástico y que las formas correctas deberían mantenerse en privado.
Biden dejó claro que considera que Ucrania no está preparada para entrar en la OTAN. Y lo dijo sin ambages, soltándole así un jarro de agua fría a Zelenski.
La prensa internacional ya comienza a preguntarse por la soledad aparente del presidente de Ucrania.
Y mientras tanto, viene ya la fase de reconstrucción, donde las empresas de los países aliados están frotándose las manos ante el negocio que supondrá para ellos levantar de nuevo Ucrania.