Se habla de "fatiga" para referirse al estado del ejército ucraniano, aunque quizás la "fatiga" venga por parte de los aliados de Kyiv, que están dejando ya de enviar armas y financiación. Esta semana, el Senado de EE.UU. ha bloqueado el proyecto de ley que tenía como objetivo enviar miles de millones para Ucrania y para Israel, lo que empuja a Zelenski a un callejón sin salida. En Reino Unido, desde su diplomacia han filtrado a medios como Político que están ya preparados para presionar a Kyiv hacia las negociaciones de paz con Rusia.

Todo se acelera para Zelenski, quien posiblemente contemple cómo aumentan las críticas desde su entorno, donde ya comienzan a señalarle como responsable de la pérdida de la guerra. Desde la OTAN, Stoltenberg ya preparaba a la opinión pública ante "malas noticias" desde Ucrania. 

Parece evidente que Rusia se quedará con los territorios anexionados y que, con el resto, los amigos de Zelenski harán beneficio en el negocio de la reconstrucción. Ya se está diseñando que se hará como proyecto piloto para hacer de lo que quede de Ucrania una especie de escaparate sobre los objetivos de la agenda 2030 en sostenibilidad. Y para ello, Kyiv contará con la generosa ayuda de BlackRock y JP Morgan como asesores. 

Esta semana también hemos visto cómo Naciones Unidas invocaba el artículo 99 a través de su secretario general, exigiendo un alto el fuego inmediato por parte de Israel. Los expertos señalan que muy posiblemente dentro de un mes la estrategia terrestre termine y sea el momento de dar los siguientes pasos. Está por ver, pues este conflicto tiene muchas diferencias con el de Ucrania, pero desde luego que la reconstrucción de la franja de Gaza y la posibilidad de negocio con sus recursos es algo que tiene muy pendiente la comunidad internacional.