Esta semana ha comparecido el CEO de Meta (compañía que contiene a Facebook e Instagram, entre otras plataformas), ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Ha reconocido y se ha lamentado públicamente, y bajo juramento, haber recibido presión por parte de la Administración Biden durante la pandemia de la covid-19, con el objetivo (al que sucumbió) de censurar contenidos publicados, etiquetarlos como "noticias falsas" (sin serlo), y perseguir cualquier comentario o información relativa a las medidas tomadas por los gobiernos, el origen de la covid y los tratamientos como la ivermectina o las "vacunas". 

Lo que viene siendo censura pura y deliberada. Todavía no se sabe bien cuál es el objetivo final de todo esto, y desde luego que arroja más sombras que luces ante lo que ha venido siendo una época dura para las libertades y los derechos fundamentales. Para ello, ha sido fundamental la colaboración de las empresas llamadas "verificadoras", que sin tener realmente ningún tipo de criterio específico, sin ser órganos oficiales autorizados para sentenciar sobre ninguna materia, se han arrogado la capacidad de dar "certificación" a la información que han de consumir los ciudadanos. Son juez y parte de un tinglado que ha demostrado ser... lo que era: censura y propaganda. Todo lo que se suponía venían a combatir ellos mismos. 

Me pregunto cuándo veremos nosotros pasar por una investigación política, aunque solamente sea eso, a los responsables de comunicación que hemos tenido en estos lares. Para que den la cara y expliquen las mezquinas presiones, las prebendas y la persecución orquestada de información básica para la democracia y para la salud de los ciudadanos y contribuyentes, pagadores finalmente de esta "fiesta". Va quedando claro con lo que ya sabemos sobre mascarillas y demás material inútil y caro, que no querían que nos enterásemos de nada porque algunos de ellos se lo estaban llevando crudo. Qué triste si finalmente resulta que tanto miedo, tanto dolor y sufrimiento fueran, al final, para llenar los bolsillos de los de siempre, que han hecho lo posible encima por taparnos la boca cuando lo hemos denunciado. Es lo que tienen las verdades oficiales.