La realidad real contra la realidad política. La semana pasada se proclamó que las empresas trasladan su domicilio fiscal fuera de Catalunya a causa de la inestabilidad política que genera el soberanismo. Javier Vega Seoane, presidente del Círculo de empresarios, alertaba de que mil empresas se han marchado en el 2014 porque "nadie quiere ir allí donde se incumple la ley". El Círculo de Economía, en una Opinión, se sumaba diciendo que la resolución de ruptura del Parlament "ha tenido, desde el primer minuto, efectos negativos ciertos y objetivos en las decisiones empresariales de inversión así como en localización de sedes corporativas en Catalunya".
Ninguna de las entidades justificaba con datos "ciertos y objetivos" esas afirmaciones. Les ayudó a tener razón un hecho: la cadena de hoteles Derby movía su sede a Madrid. Jordi Clos, presidente de la cadena, es también presidente del Gremi d'Hotels de Barcelona, vicepresidente de Turisme de Barcelona y miembro del Consejo de Fira de Barcelona. No es cualquier cosa.
El agua al fuego, sin embargo, vinieron a echarla las dos personas que pueden hacerlo: los presidentes de las patronales Fomento del Trabajo y Pimec, Joaquim Gay de Montellà y Josep González. Las empresas no se marchan por el procés, dijeron al mismo tiempo y en el mismo acto. Lo hacen principalmente porque otras comunidades o países ofrecen más ventajas fiscales.
Exportadora de sedes fiscales
Los datos los aporta a El Nacional Pere Torres, secretario de Empresa y Competitividad en funciones de la Generalitat. Catalunya es tradicionalmente exportadora de domicilios fiscales, explica. Siempre tiene un balance deficitario entre empresas que cambian su domicilio fiscal pero no trasladan su unidad operativa. Eso ya pasaba desde antes de que se empezara el proceso soberanista. Este año 2014, por ejemplo se han fugado, fiscalmente hablando, 987 empresas y han llegado 602.
El secretario no quita importancia a la fuga fiscal de empresas pero insiste en que “es un fenómeno natural” en la economía de mercado y que está “fundamentado por mil razones” como, por ejemplo, el déficit fiscal o las condiciones asimétricas del déficit público autorizado en Catalunya.
Los impuestos extras que paga la ciudadanía catalana comportan “recortes mayores” y es por este motivo que se marchan las empresas. Derby Hotels, por ejemplo, ya desvinculó su decisión del proceso soberanista.
Efecto capitalidad
Catalunya tendría mejores resultados si no fuera por el efecto capitalidad, es decir, inversiones producidas en Catalunya que son contabilizadas en Madrid porque en la capital española se ubica la sede social de las empresas que invierten.
Es el caso de Dow Chemical, por ejemplo, que dispone de unas instalaciones extensas en el polígono petroquímico de Tarragona, con cracker y todo, pero su sede fiscal está en Madrid, comunidad que suma las cuentas de este gigante norteamericano, por ejemplo los 15 millones de euros invertidos en la nueva planta en... Tarragona.
Otra empresa enarbolada como bandera de las fugas es el gigante agropecuario Vall Companys, que factura más de 1.300 millones de euros. Trasladó la sede fiscal de su matriz a Madrid dos semanas antes de la muerte de su presidente "por cuestiones estrictamente financieras" (léase ventajas fiscales), según fuentes de la misma empresa.
Más PIB con menos sedes
De Madrid se van más empresas que de Catalunya, pero Madrid también atrae muchas más que Catalunya, de modo que tiene un balance positivo de captación: 1.388 empresas madrileñas cambiaron el domicilio fiscal, pero Madrid atrajo otras 1.944. Madrid “capta empresas de todas partes” del Estado, no como Catalunya, según Torres. Al fin y al cabo, Madrid es la sede del 64% de las empresas españolas y genera el 19% del PIB español. Catalunya genera el 20% del PIB sólo que tiene domiciliadas al 17% de las empresas españolas.
Desde fuera de las fronteras españolas, la situación no se percibe como dentro. En el Departament d'Empresa han detectado “interés” y no “inquietud” por lo que pasa en Catalunya y la única razón que podía frenar la entrada de nuevos inversores es que "el proceso se enturbiara y empezara a no ser pacífico”, explica Torres.
Para el secretario, desde que el proceso soberanista estalló, en la manifestación del 11 de septiembre de 2012, “muchos sectores han querido combatirlo con argumentos que queman”. “Conseguirán lo que pretenden”, se lamenta, que es “desacreditar la situación de la economía catalana e introducir dudas sobre su viabilidad”. Si finalmente la economía catalana empeora, “vendrá dado por el proceso antisoberanista, que utiliza datos falsos”, denuncia Torres.