El debate precongresual empieza a provocar tensiones dentro de Convergència incluso antes de atravesar las puertas del partido. La reunión del Secretariado Permanent de CDC de ayer por la mañana fue un buen ejemplo.
Todo empezó tan pronto como Lluís Corominas y Francesc Sánchez pusieron encima de la mesa el cuestionario de 90 preguntas que se planteará, a partir del jueves, a los militantes y simpatizantes que quieran participar en las sesiones de debate que ha convocado el partido.
Desde la prostitución a la eutanasia, pasando por la reforma laboral o la renta mínima de inserción. El modelo electoral o la escuela concertada. La definición ideológica del partido o las circunscripciones electorales. O cuestiones muy concretas como, por ejemplo, si el derecho de huelga se tendría que poder limitar cuando los sectores implicados tienen un especial impacto estratégico... 90 preguntas dan para mucho.
El primero en llamar la atención a los responsables de la encuesta fue el exconseller de Justícia Germà Gordó –único aspirante confeso en la carrera a la secretaría general convergente–. Gordó dejó claro no sólo que quería conocer a fondo el cuestionario que se planteará a las bases, sino que le habría gustado participar en su elaboración.
La encuesta, todavía en trámite de borrador, no se había repartido a los miembros del Secretariado, lo cual dificultaba todavía más el debate. De hecho, ante las reticencias expresadas, el presidente del partido, Artur Mas, optó por coger el documento en cuestión y empezar a leer él mismo las 90 preguntas, una tras otra. Todas y cada una recibieron comentarios y enmiendas, que el presidente, lápiz en mano, iba apuntando.
Los comentarios surgían a menudo condicionados por las especialidades de los presentes. Si Irene Rigau matizaba el redactado de la pregunta sobre la escuela concertada, Felip Puig puntualizaba los temas laborales y Jordi Turull los debates parlamentarios. Sin embargo, no fueron sólo cuestión de matices. A menudo el debate venía atizado por temas clave del proceso de fundación.
En todo momento, además, con una voz muy destacada, la de Gordó, dispuesto a poner el acento en los aspectos de cariz más interno como la etiqueta ideológica que tendría que definir esta nueva formación, pero también en temas como el modelo electoral del partido. No fue lo único, sin embargo. Todos los miembros del Secretariado intervinieron y profusamente.
De hecho, las reticencias fueron tantas y tan insistentes que conseguieron provocar la irritación de los responsables del cuestionario. Según algunos de los asistentes, Corominas y Sánchez, no se privaron de hacer notar su malestar en más de una ocasión.
Todo esto, provocó que la portavoz del partido, Marta Pascal, en la rueda de prensa posterior explicara que había sido un debate “muy vivo”. Tan vivo que mientras en la primera planta se celebraba la rueda de prensa, en la séptima continuaba el repaso del cuestionario.
El jueves empieza el proceso por hacer opinar a la militancia.