Mientras los ciudadanos miraban el "debate decisivo" la noche del 7 de diciembre, en Ferraz whatsappeaban. En concreto, con las bases. En un contexto donde la “regeneración" marca la agenda mediática, la vieja política es empujada a reformar su imagen. Ello implica el uso de tecnologías 2.0. Las plataformas digitales tienen potencial para romper las clásicas lógicas jerárquicas, generando espacios de interacción entre la cúspide y la militancia.
Asimismo, son una oportunidad en campaña. Más en España, donde 8 de cada 10 móviles son smartphone. Según los expertos, las plataformas digitales reducen los costes de movilización y participación política, al par que ofrecen más información a los ciudadanos para el ejercicio del voto. Así se apuntalan los pilares democráticos. O al menos, se da la imagen. De hecho, es una estrategia del Partido Socialista para el 20D.
Vota a Sánchez
La noche del lunes, los que estaban suscritos al servicio de WhatsApp de los socialistas recibieron una correspondencia peculiar. El canal del partido –donde cualquier ciudadano puede inscribirse– difundió una serie de enlaces para votar al guapito Pedro Sánchez como ganador del debate. Se alegaba que estas no eran "científicas" y se podía votar "varias veces". La imagen se difundió en Twitter, pasando casi desapercibida.Pero no es sólo cuestión de los socialistas. Tampoco es una situación infrecuente en campaña. En la práctica, cualquier activista recibe hoy mensajes casi idénticos, con independencia del color político que los emita. Telegram, el correo electrónico o WhatsApp, se han convertido en los canales habituales para difundir las órdenes de los asesores, en un intento de adaptarse a nuevos formatos. Si bien, emulando viejas prácticas.
Allí donde los novatos del partido empapelaban fachadas con pósteres en los días preelectorales, en la era de Internet se hinchan las encuestas y los trending topic con hashtags. Las formaciones políticas han perdido parte del control y la unidireccionalidad del mensaje, pues ya no tienen su monopolio, vía mitin o nota de prensa. Se han asegurado cierta monitorización en los materiales difundidos por la cibermilitancia.
Pero difundir los móviles de los candidatos presenta riesgos. Ejemplo es la candidata a alcaldesa de Madrid, Esperanza Aguirre, quien recibió hasta 30.000 mensajes, en mayo, después de hacer público su número. Esta es La política en tiempo de WhatsApp.
Las 'apps' partidistas
Las aplicaciones móviles también han proliferado. En las elecciones municipales de este año, se pudo observar algunas de ellas para las listas de formaciones en varios municipios. En su afán de modernizarse, los socialistas han sacado "miPSOE". Esta es la app de Sánchez, que el ciudadano puede descargar para conocer la agenda del candidato, la financiación del partido, el programa electoral, entre otros.El pequeño software cuenta con una plataforma parecida en la web del partido con mismo nombre. Quien quiera puede allí participar en foros de discusión sobre el programa electoral, votar en encuestas y hacer sugerencias "para contribuir al cambio" del partido. Sin bien, haría falta conocer cuáles son los mecanismos para absorber las peticiones ciudadanas, una vez la propuesta para el 20D hace días está elaborada.
Errores tácticos
Es más, la mayoría de estas aplicaciones tienen una vida útil breve, siendo sólo utilizadas durante los días de campaña. Después, dejan de tener utilidad, y los partidos de utilizarlas. Los que no leen programas en papel, quizás serán reticentes a informarse vía digital. Cuanto a los usuarios, se desconocen volúmenes de descarga. Y si la participación no es significativa, cabe dudar de que sean opiniones representativas las allí emitidas.Será que la tecnología no revoluciona las prácticas de los partidos y el sistema político, sino que sigue siendo la mente humana la única capaz de transformar la democracia.