La gastronomía catalana es un reflejo de su historia, de la riqueza de su territorio y de la transmisión de conocimientos culinarios de generación en generación. Sin embargo, más allá de postres icónicos como la crema catalana o los panellets, existe un repertorio de dulces tradicionales menos conocidos que forman parte del patrimonio gastronómico del país. Un estudio reciente de Laia Vilà Duch, titulado Estudi terminològic i proposta neològica sobre la gastronomia catalana: Les postres catalanes, pone de manifiesto la dificultad de encontrar equivalencias en inglés para muchos de estos postres, lo que subraya su carácter único y la importancia de su preservación. Entre estas joyas gastronómicas, hoy destacamos tres que seguro que no conoces: el arrop, el currutaco y la paracota.
3 postres catalanes deliciosos que seguro no conocías
El arrop es una de las elaboraciones más antiguas y apreciadas de la tradición catalana. Se trata de un zumo espeso hecho a base de almíbar concentrado con mosto de uva, lo que le confiere un color oscuro y un dulzor intenso, con un ligero toque afrutado. En el pasado, cuando el azúcar era un bien escaso, este jarabe se utilizaba como endulzante natural, además de ser una auténtica fuente de energía. A menudo se empleaba para acompañar otros postres o incluso se consumía solo, como un pequeño placer gastronómico.

Por otro lado, el currutaco es una galleta seca con matafaluga (anís verde), una especia aromática que le da un sabor distintivo y ligeramente anisado. Su forma varía según la región donde se prepare, lo que añade aún más misterio a su historia. Crujiente y con una textura que se deshace en la boca, es el acompañamiento perfecto para un café o una infusión. Aunque hoy en día su consumo es menos habitual, sigue siendo un dulce que nos transporta a tiempos en los que las recetas se transmitían de generación en generación sin necesidad de escribirlas.
Finalmente, la paracota es un postre que sorprende por su sencillez y combinación de sabores. Se elabora con un higo seco cubierto de miel y posteriormente rebozado con harina, creando una capa exterior dorada y ligeramente crujiente que contrasta con la jugosidad del higo. Su dulzor natural se ve realzado por la miel, convirtiéndolo en un bocado lleno de matices y perfecto para los amantes de los sabores intensos.

La riqueza de la repostería catalana es un reflejo de su diversidad cultural y de su conexión con el territorio. Estudios como el de Laia Vilà Duch ponen de relieve la necesidad de reivindicar estos dulces olvidados, que merecen ser reconocidos y disfrutados tanto dentro como fuera de Cataluña.
Este artículo ha sido elaborado con la ayuda de ChatGPT y supervisado por un periodista de Elnacional.cat.