Llega la temporada de playa y piscina, de largas quedadas en terrazas con amigos, de lucir menos ropa y, como no, de hablar de dietas. Y no hay conversación más triste que repasar todas las dietas a las que nos hemos enfrentado estos últimos años, así como el contar todos los pantalones que tenemos guardados esperando el momento en el que vuelvan a cerrar. La cultura de la dieta nos ha llevado a comentar muchos errores debido a la cantidad de mitos que hemos dado por ciertos. Eso nos ha llevado a odiar las dietas y a no creer en ellas, sobre todo porque al tratarse de dietas mal llevadas, solo nos ha ayudado a perder salud, dinero y nuestra ilusión y motivación.
5 diferencias entre comida de dieta y comida saludable
Por eso, ya no vamos a hablar más de dietas y sí de comida saludable. Por qué no, ¡no es lo mismo! Y aquí van las cinco diferencias básicas, esenciales e irrebatibles, que te ayudarán a entenderlo.
1. Imposición y restricciones
Una dieta está llena de normas, algunas que nunca llegamos a entender, y de prohibiciones, muchísimas. Sea la dieta que sea, siempre hay una lista de productos que no se pueden ni mencionar, mientras que otros adquieren el estatus de milagrosos. En esta parte divina podemos poner a la piña o a la alcachofa (productos que hoy te gustan, pero que sueles odiar unos dos días después de comenzar la dieta). En el otro bando pueden estar los hidratos de carbono o incluso algunas frutas.
En una dieta saludable no hay prohibiciones. Obviamente, hay ciertos productos que son menos aconsejados por razones obvias y no todas están directamente relacionadas con los kilos. Aun así, en una dieta saludable hay sitio para un dulce cuando hay algo que celebrar o una buena hamburguesa con su beicon y su salsa cuando se queda con amigos. En este caso, la lista de alimentos prohibidos no solo tiene una razón de ser (relacionada con la salud) también pasa a ser la lista de las ocasiones especiales o de consumo esporádico.
En una dieta saludable no hay prohibiciones: sí a un dulce cuando hay algo que celebrar
2. Fechas
Las dietas suelen tener un principio y un final (aunque no se llegue) y sus resultados también. De hecho, cuanto más milagrosa prometa ser menos duradero será el resultado y mayor será el efecto rebote. Así, la dieta que promete perder 5 kilos en una semana tiene una letra pequeña que dice que la semana siguiente pesarás 8 más. Por el contrario, una dieta saludable te acompañará el resto de tus días y será parte de tus hábitos y tus rutinas. No hay una fecha concreta para empezar y, por supuesto, no necesitarás un tope.
3. Variedad
En las dietas restrictivas los alimentos permitidos son escasos y siempre los mismos. Esto no solo las convierte en difíciles de seguir, también en aburridas. Dos aspectos que tienen un resultado claro: el abandono con su correspondiente dosis de frustración.
En una dieta saludable el abanico de posibilidades es infinito y esto ayuda a que comer (o pensar en qué comer) no sea aburrido y es más complicado caer en menús repetitivos. Y es que no podemos olvidarnos de que comer es un placer y esa parcela también hay que cuidarla. Con una dieta restrictiva que solo busca perder peso esto es imposible, mientras que siguiendo unos hábitos saludables sí es posible darse un capricho.
4. A tu gusto
No importa de donde te descargues la dieta ni quién te la recomiende. En ese menú en el que está detallado hasta el almuerzo del domingo seguro que hay muchos alimentos que no te gustan y, por el contrario, otros que sí te encantan quedan fuera sin razón aparente. Y es que, es posible que no te gusten nada las judías verdes, pero te pierdan las verduras asadas o que te dé repelús un revuelto de setas y te encante añadir huevo cocido a la ensalada. Opciones que son igualmente válidas. Una dieta saludable parte del equilibrio y no de contar calorías en cada plato por separado o analizar cada ingrediente de forma independiente.
5. Estilo de vida
La diferencia más importante es que una dieta es algo momentáneo que tomamos como una especie de castigo. Por su lado, seguir unos hábitos saludables va más allá de pensar en comida. Incluye el ejercicio, el tomar el sol, el aprender a cuidarnos y querernos más en general. Cambiar un hábito siempre cuesta, pero una vez que se consigue ya no necesita un esfuerzo. Así, preparar un plato de comida saludable saldrá solo y te sentará de maravilla.
Y, ¿qué dieta saludable elegir? Empieza por la que tenemos en casa, la dieta mediterránea. Esa que los expertos siempre ponen de ejemplo, pero que a nosotros se nos ha olvidado un poco. Para recuperarla solo tienes que dar prioridad a los productos frescos, que las verduras y legumbres no falten en la mesa, aumentar el consumo de pescado y reducir el de carne roja (una vez a la semana es más que suficiente) y apostar por grasas saludables como el aceite de oliva. Obvia a los que dicen que los lácteos no son buenos para la salud y prueba con el grano integral en la mayoría de tus platos (no tiene que ser en todos). Y no te olvides de una copita de vino para los momentos especiales y de un bizcocho casero para las mañanas de los domingos.