En la época medieval, la borraja, conocida también como borraina, era un alimento muy apreciado en Catalunya y otras partes de la geografía peninsular. Su nombre proviene del término “borra”, que hace referencia a la pelusa rugosa que recubre sus hojas y que le caracteriza. Esta planta no solo se consumía como verdura refrescante, sino que también se utilizaba con fines medicinales. Los monjes capuchinos la cultivaban en los huertos conventuales, destinándola a los religiosos convalecientes o delicados de salud. Además, al ser una planta melífera, ayudaba a alimentar a las abejas de los conventos y era un ingrediente clave en numerosas preparaciones farmacéuticas.
Se trata de un manjar en la época medieval
En la medicina popular, la borraja se utilizaba como cataplasma para acelerar la maduración de forúnculos y como un potente diurético que favorecía la eliminación de líquidos. También se le atribuían propiedades expectorantes, sudoríficas y depurativas, especialmente beneficiosas para los riñones y el hígado, órganos clave para el bienestar humano. Su aceite, extraído de las semillas, se ha empleado en cosmética tradicional para mantener la piel hidratada y retrasar su envejecimiento.

En la gastronomía más general, la borraja era la base de guisos en los que se combinaba con patatas y zanahorias para acompañar pescados hervidos durante la Cuaresma. Los capuchinos elaboraban una popular coca de borrajas, mientras que en otras regiones se utilizaban sus hojas rebozadas para hacer crespells en Barbastro o bunyols de vent en Mallorca. En Liguria, Italia, se empleaba como relleno de crestas y raviolis cuaresmales. Como ves, sus usos no son para nada específicos, y estamos hablando de un ingrediente realmente versátil.

Sin embargo, su papel más destacado lo tenía en el preboggion o prebugio, un plato típico de la cocina genovesa que consistía en una mezcla de hierbas silvestres cocidas y aliñadas con aceite, en la que la borraja era el ingrediente principal. Esta preparación recordaba a las hierbas amargas consumidas en la tradición hebrea. A pesar de haber sido un alimento esencial durante siglos, la borraja ha caído en el olvido en la cocina catalana actual. Sin embargo, su versatilidad y beneficios nutricionales la convierten en un ingrediente digno de recuperar, tanto por su valor histórico como por sus propiedades saludables. Además, en la actualidad sí que se consume más en ciertas partes de Aragón, con lo que aquellos que la siguen usando la siguen también apreciando.