Antes de que muchos lectores se echen las manos a la cabeza, vamos a recordar que la OMS (Organización Mundial de la Salud) afirma que no hay una cantidad segura para nuestra salud. Así lo hizo saber en una publicación de la revista The Lancet Public Health a principios de año. Unas declaraciones con las que rompía con muchos especialistas que consideran que sí hay una cantidad que no solo es segura, sino que puede aportar multitud de beneficios.
Tomar una copa de vino al día o seguir un consumo moderado puede seguir siendo recomendable siempre y cuando no interfiera con alguna enfermedad crónica o con un tratamiento determinado, algo que informará el especialista. Así pues, si nos centramos en un adulto sano, podemos retomar el consejo de muchos médicos y nutricionistas de introducir una copa de vino tinto (esto es importante debido a su composición) en una de las comidas. Y esto también es algo a tener en cuenta, el consumirlo junto a otros alimentos.
Objeto de estudio
Como no podía ser de otra forma, el vino, que lleva formando parte de nuestra alimentación desde tiempos antiguos, ha sido objeto de estudio desde mil y una perspectivas. Y una de las principales ha sido el concretar qué y cómo beneficia esta bebida a nuestra salud. Uno de los más claros y concretos fue el llevado a cabo por el Departamento de Farmacología de la Facultad de Farmacia Annamacharya, en India. Entre las conclusiones se puede leer: "El vino tinto contiene componentes antioxidantes como resveratrol, proantocianidina, cuarcetina, etc., y estos componentes activos ejercen funciones protectoras como efectos captadores de radicales libres, disminuyendo el estrés oxidativo y reduciendo la lesión aterosclerótica inflamatoria tanto en animales como en humanos, lo cual es evidente en esta revisión". Y, es más, los propios investigadores aseguraron que "el vino tinto como complemento dietético podría ser beneficioso para los factores de riesgo cardiovascular".
Ingredientes de lujo y mente sana
Al igual que la uva y otras muchas frutas, una copa de vino tinto está repleta de antioxidantes naturales. Estos son capaces de prevenir la oxidación debido a la exposición de radicales libres. Así, los antioxidantes no solo combaten el envejecimiento precoz, también el daño celular. Otro ingrediente estrella es el resveratrol, un vasodilatador que evita la formación de coágulos en la sangre y, por lo tanto, cuida al corazón y a las arterias. A su vez, este es el motivo por el que no está recomendado el vino a personas que siguen un tratamiento anticoagulante, ya que su sangre podría ser demasiado “líquida” con el consiguiente peligro de hemorragias.
Además de los beneficios para nuestra salud física, también hay que mencionar los que aporta a nuestra salud mental. Está demostrado que el hecho de abrir una botella de vino y degustar la copa con calma nos ayuda a liberar endorfinas y serotonina, hormonas relacionadas con el bienestar y la felicidad. Este efecto se duplica cuando lo tomamos con amigos o seres queridos, pero si estamos solos también tiene un efecto interesante. Se suele asociar con esa idea de “este es mi momento” y nos aporta calma tras un día intenso. Es algo similar a poner nuestra mente en pausa y dejar a los problemas fuera por unos minutos.
Este efecto relajante del vino también es ideal para ayudar a conciliar el sueño en personas con problemas de insomnio. Eso sí, siempre con moderación y no superando la dosis recomendada para evitar que todos estos beneficios se tornen en problemas. ¿Por qué vas a brindar hoy?