Escaldes-Engordany, Andorra, es el el escenario donde Andorra Taste despliega jornadas profesionales y degustaciones populares por segundo año consecutivo. Un formato que el año pasado fue todo un éxito, especialmente la parte palpable y popular, pues fueron cerca de 23.000 platillos los que sirvieron en total los 16 restaurantes que salieron a la calle para cocinar y ofrecer su gastronomía.

El nexo en común que liga Andorra Taste es la reivindicación de la cocina de montaña, la de alta montaña. Contextos muy específicos que, más allá de latitudes y países, comparten rasgos definitorios muy interesantes. Uno de ellos, la lentitud, la que la naturaleza orquesta en una población que es sensible por respeto, como fuente primaria de alimentación de sus gentes. La cocina de aprovechamiento, inherente a esta lentitud y sentir pausado, es una consecuencia: los recursos son escasos y se condicionan por las estaciones, los pilares de ganaderos, agricultores, cazadores y recolectores furtivos. Aprovecharles es condición sine qua non. En estos entornos, literalmente el territorio se come. En Andorra, en los Pirineos catalanes, aragoneses o franceses, en Nepal, en los Alpes suizos o italianos.

ANDORRATASTE DAY3 RRSS0205

Ambiente en Andorra Taste / Foto: M.G.

La cocina de alta montaña respira una alta conciencia de sostenibilidad, pues los restauradores que allí radican sus fogones son a menudo hijos e hijas de aquella tierra donde se ubican. Hay una implicación emocional que les hace situarse en un círculo donde la naturaleza y el productor son fuente de abastecimiento e inspiración para todos ellos. En todos ellos, el avituallamiento en auténtico kilómetro 0 es una realidad y cuentan con un factor muy potente: el sabor traspasa las generaciones. Los cocineros y cocineras oyen que su tarea va más allá de la satisfacción del comensal: tienen que ser transmisores y preservadores de una herencia. La naturaleza ofrece determinados sabores, que habrán probado los ancestros y, si todo va bien, probarán las generaciones futuras: el presente implica preservar e innovar en las presentaciones. Un olor traslado a la memoria a la infancia, y es esta memoria ligada al paladar, que guían los pasos de la mayoría de estos creadores gastronómicos.

Joan Roca, del Celler de Can Roca (Girona); Sven Wassmer del Memories (Bad Ragaz, Suiza); el Edorta Lamo, del Arrea (Santikurutze Kanpezu, Àlava); Benito Gómez en Bardal (Ronda); Clément Bouvier en Üsus (Tignes, Francia); Josetxo Souto y Ramón Aso con Callizo (El Aínsa, Huesca) o Joel Castanyé, en La Boscana (Bellvís, Lleida), para mencionar algunos, tienen el discurso común que engloba estas particularidades gastronómicas que solo el entorno de la alta montaña puede ofrecer en la cocina y la despiensa.

Lo que une las piezas de Andorra Taste es la reivindicación de la cocina de montaña, la de alta montaña

La guinda al encuentro profesional sobre cocina de alta montaña se vivirá el viernes 15 de septiembre, cuando la feria popular de Andorra Taste y los restauradores del país salen en la calle. Desde el mismo viernes hasta el domingo 17 y en un espacio habilitado especialmente para la ocasión en la calle Veedors d'Escaldes-Engordany, se degustarán platos de cocina a precios populares y se podrá disfrutar de múltiples actividades gratuitas como las sesiones de showcooking y una programación especial para niños, aliñada con la mejor música en directo. Este año son 20: Restaurant Mínim's, Can Manel, Celler d'en Toni, El Rebeco, Kao Soldeu, Plató Restaurant, Odetti Bistró, TOC - Anyós Park, Kökosnøt, Sol i Neu Club Hermitage, Sottovoce, Beç, Bruna, Hincha y Mood Sensorial. La parte dulce corre a cargo de Ana Cerezo Pernilea y las pastelerías Sauleda by Julia Onix, Youcake by Estopiñán y La Pâtisserie Andorra Park Hotel.

ANDORRATASTE POPULAR VIERNES 8

El equipo del Kökosnøt, emplatando en Andorra Taste / Foto: M.G.

Una oportunidad única para disfrutar, en un único espacio, de muchísimas cocinas y discursos gastronómicos de chefs de renombre como Nandu Jubany (Hincha), a Marc Gascons (Bruna) o Paco Méndez (Toc-Anyós Park) y clásicos gastronómicos de la escena andorrana, como la Celler d'en Toni, Kökosnøt, Can Manel o el Restaurant de l'Isard. Todo un país que se puede degustar por unos módicos 4€ el platillo.

Andorra sigue apostando con firmeza por enarbolar la bandera de la gastronomía. Sea buscando aliados en referentes foráneos (chefs que no son andorranos y que se encuentran con parroquianos con hambre, bolsillo e ilusión), sea reforzando establecimientos históricos que, con sus platos, explican la historia de esta tierra o promoviendo el discurso y la reflexión, con las jornadas profesionales (que para quien quiera zambullirse, disfrutará de estos contenidos online) y populares de Andorra Taste. ¡Buen provecho!