Las mandarinas son una de las frutas más consumidas, especialmente en invierno, cuando su sabor dulce y su practicidad para pelarlas las convierten en la opción ideal para un tentempié rápido y saludable. Sin embargo, hay un error que casi todo el mundo comete al comerlas: quitar las hebras blancas que envuelven cada gajo. Muchas personas consideran que estas fibras son molestas o poco apetecibles, pero en realidad son una de las partes más saludables de la fruta. Estas hebras contienen hasta 20 veces más compuestos fenólicos, sustancias con propiedades antioxidantes que ayudan a proteger nuestras células del daño oxidativo. Además, son una fuente de pectina, un tipo de fibra soluble que contribuye a reducir los niveles de colesterol LDL en la sangre, favoreciendo la salud cardiovascular. Lo mismo ocurre con el plátano, cuyas hebras también aportan beneficios nutricionales que muchos desperdician por desconocimiento.
El error que todos cometen al comer mandarinas
A pesar de estos datos, la costumbre de retirar estas fibras persiste, principalmente por cuestiones de textura o simplemente por inercia. Pero el hecho de que no sean visualmente atractivas no significa que no sean beneficiosas. Incorporarlas en la dieta no requiere ningún esfuerzo extra: simplemente hay que dejar de eliminarlas al comer la mandarina o el plátano. Son pequeños cambios que pueden marcar una diferencia en la calidad de nuestra alimentación, proporcionando más antioxidantes, mejorando la digestión y ayudando a controlar los niveles de colesterol.
Otro error frecuente relacionado con los cítricos es la creencia de que no deben consumirse por la mañana porque pueden resultar indigestos o provocar acidez. Esta idea no tiene respaldo científico y forma parte de los muchos mitos alimentarios que circulan sin fundamento. De hecho, los cítricos como la mandarina o la naranja son una excelente opción para comenzar el día, ya que aportan vitamina C, fibra y otros nutrientes esenciales que ayudan a fortalecer el sistema inmunológico y mejorar el tránsito intestinal. La clave, como en todo, está en la moderación y en escuchar al propio cuerpo, ya que cada persona tiene una tolerancia distinta a los alimentos ácidos.

En definitiva, muchas veces cometemos errores por costumbre o por ideas equivocadas sobre la alimentación. Las mandarinas, además de ser deliciosas y refrescantes, esconden en sus hebras blancas una concentración de compuestos saludables que no deberíamos desaprovechar. La próxima vez que peles una mandarina, piénsalo dos veces antes de deshacerte de esas fibras, porque podrías estar eliminando algunos de sus mayores beneficios nutricionales sin darte cuenta.