Centolla o centollo, esa es la cuestión. Muchos piensan que es lo mismo, pero no. Existen claras diferencias que los más eruditos en el mundo del marisco seguro que ya conocen. La condición sexual de este delicioso marisco dispara su elección en los mercados y el precio que alcanzan tanto en las lonjas como en los restaurantes. Y es que en este caso, sí importa el tamaño, pero también, y mucho, el sexo.
Dejando su identidad de género al margen por un momento, el centollo, cuyo nombre científico es Maja squinado, resulta un animal de costumbres bentónicas (le gusta vivir en fondos de hasta 100 metros de profundidad) y comportamiento solitario que, sin embargo, durante la época de la puesta se vuelve muy vulnerable y tiende a reunirse en grandes grupos para defenderse del ataque de los depredadores. Según los pescadores, las centollas pueden presentir la llegada de los grandes temporales y los tsunamis y cambian sus costumbres días antes de que ocurran, abandonando los fondos arenosos y ocultándose entre las rocas. Realizan dos desoves al año y en cada de ellos tienen un promedio de 150.000 huevos. Un dato curioso, durante el mes de abril en la zona asturiana de Cabo Peñas es muy frecuente encontrar parejas de centollos copulando sobre las rocas o en la misma pleamar, proporcionando a los marinos un espectáculo digno de verse.

El abdomen de las hembras está mucho más abultado y redondeado
Volviendo al sexo de este preciado alimento propio de fechas señaladas como la Navidad, la primera diferencia, y las más clara, es estética. Si das la vuelta al crustáceo (poniéndolo boca abajo) fíjate en el abdomen. El de las hembras está mucho más abultado y redondeado y en los machos es más plano y picudo, con una especie de forma alargada triangular. El motivo es porque la hembra cuando desova guarda los huevos debajo del caparazón, que son esas bolitas naranjas que se encuentran entre todo el coral de su interior. Si éstas no son de tu agrado, decántate mejor por el centollo.
Además, otra característica de los machos es que suelen tener las patas más extendidas, mientras que las hembras tienden a encogerlas más.
Estas dos características pueden apreciarse fácilmente a simple vista, pero hay una de las diferencias fundamentales que terminará con cualquier duda. Si se trata de una hembra, es posible que en el interior del cuerpo tenga las huevas de centolla: el coral.

¿Puedo notar las diferencias en el sabor?
En primer lugar, queremos dejar claro que el sabor es algo muy personal y no se puede decir que la hembra o el macho sean mejores o peores. Todo depende del consumidor. Eso sí, hay ciertos aspectos objetivos que pueden extraerse desde el paladar.
El primero de ellos es la presencia del coral en las hembras. Estas huevas provocan un sabor bastante distinto y característico. Por otro lado, también hay que hablar acerca de cuánto es posible aprovechar un animal. Los machos suelen tener un tamaño mayor y más carne en su interior si bien es cierto que su carne es más seca y fibrosa. Las hembras tienen un sabor más suave a mar.
¿Y tú, eres de centollo o de centolla?