Después de una extensa velada con alcohol, el estómago ruge y ansía la comida más grasa posible. Eso puede deberse a que el alcohol activa células cerebrales que provocan la sensación de hambre. Así lo aseguran investigadores del Instituto Francis Crick, de Londres. En experimentos con ratones, identificaron células cerebrales que se ponen en marcha cuando entran en contacto con el alcohol. Son las mismas que se activan cuando el cuerpo tiene hambre: nos hacen saber cuándo es hora de que tomar alimento para darnos energía.

El efecto aperitivo

Se sabe desde hace tiempo que el alcohol influye en nuestro comportamiento ante la comida. Así es como surgieron los aperitivos, bebidas alcohólicas que estimulan el apetito y abren el estómago antes de una comida opulenta. Los estudios han demostrado que las personas ingieren más calorías tras el consumo excesivo de alcohol. Después de tres vasos de vino consumimos en las 24 horas siguientes 6.300 calorías adicionales, según refleja una encuesta del instituto de investigaciones de mercado YouGov, encargada por la organización Slimming World.

Alcohol / Fuente: Unsplash

Los estudios han demostrado que las personas ingieren más calorías tras el consumo excesivo de alcohol

Durante mucho tiempo, fue un misterio el mecanismo neuronal responsable de eso. Algunos investigadores suponían que las grandes cantidades de alcohol conducían a la pérdida del autocontrol, de tal manera que se perdían los límites respecto al consumo de comida. Este estudio identifica por primera vez en el cerebro una determinada región neuronal que rige este comportamiento.

El alcohol tiene muchas calorías

El hecho de que el hecho de consumir alcohol provoque hambre siempre maravilló a los investigadores. El alcohol ya es, de por sí, muy energético: un gramo de etanol puro contiene 7.1 kilocalorías. Solo la grasa, con 9 Kilocalorías por gramo, lo supera. Cuando el cuerpo consume algo rico en calorías, el cuerpo lo registra y manda señales para que desaparezca la sensación de hambre. Con el alcohol sucede precisamente lo contrario: nos entra más hambre.

Alcohol y comida / Fuente: Unsplash

Si se quiere adelgazar o mantener el peso, el alcohol es doblemente malo: no solo tiene muchas calorías, sino que además provoca hambre. Según expertos, esto resulta especialmente peligroso cuando alguien se alimenta mal y bebe alcohol, que lo conduce a consumir más productos grasos poco saludables. Quien tenga este patrón de comportamiento, tendrá rápidamente sobrepeso. Como consecuencia de ello, aumenta el riesgo de cáncer, diabetes, ataques cerebrales y muchas otras enfermedades.

Quien vaya a pasar una velada con mucho alcohol, debe comer bien antes del inicio. Eso evita emborracharse rápidamente y que se dispare el hambre por comer cosas poco sanas. Lo más saludable, naturalmente, es no beber nada de alcohol.