La hidratación es un pilar fundamental para mantener nuestro cuerpo funcionando en óptimas condiciones. Desde regular la temperatura corporal hasta facilitar procesos metabólicos esenciales, el agua desempeña un papel insustituible en nuestro bienestar. Cada célula, tejido y órgano depende de un suministro adecuado de líquidos para llevar a cabo sus funciones de manera eficiente. Por eso, la sed es una señal que nuestro cuerpo nos manda constantemente y que nos recuerda que debemos reponer líquidos.

Agua fría o del tiempo: ¿qué es mejor?

El instinto humano hacia el consumo de agua fresca tiene raíces profundas. Desde tiempos ancestrales, el ser humano ha asociado la frescura con la pureza y la vitalidad. Solo con tocar nuestros labios, el agua fresca ya nos brinda una sensación instantánea de saciedad y frescor, activando de manera casi automática la respuesta de hidratación en nuestro organismo. Este fenómeno, arraigado en nuestra biología evolutiva, nos impulsa a buscar el agua fría como la opción predilecta para calmar nuestra sed. Sin embargo, tras esta aparente inocencia, se esconden riesgos que podrían pasar desapercibidos.

El agua fresca nos brinda una sensación instantánea de saciedad y frescor / Foto: Pixabay

Esa agua bien fresquita que tanto placer nos ofrece en días calurosos o después de una buena sesión de ejercicio, esconde más de un peligro y el primer y más destacado atenta contra nuestra propia digestión. Y así lo dice uno de los nutricionistas más conocidos y respetados del panorama actual, Xevi Verdaguer. A través de su cuenta de Instagram, este experto en nutrición regala valiosos consejos que nos pueden ayudar a mejorar nuestras digestiones y cuidar nuestra salud.

El agua ayuda a mejorar nuestras digestiones / Foto: Pixabay

Sobre la elección de la temperatura del agua, Xevi lo tiene claro, ya que esos grados de más o de menos pueden influir directamente en la digestión y, por lo tanto, en nuestra salud en general. Al consumir bebidas calientas “impulsas la motilidad gástrica, un paso esencial en la digestión. En cambio, las bebidas frías frenan las contracciones estomacales”, escribe el experto en su cuenta. Además, nos recuerda que las bebidas calientes “son un alivio cuando las molestias digestivas aparecen”, nos recuerda Xevi. También aconseja enriquecer “las bebidas calientes con plantas como hinojo, hierba luisa o melisa. ¡Tu estómago te lo agradecerá!”.

Larga tradición y más beneficios 

Solo hace falta viajar a países muy calurosos para comprobar como las bebidas calientes son parte de su cultura. Sin ir muy lejos, en Marruecos, el té es más que una simple bebida; es una parte integral de la cultura y la hospitalidad. El tradicional té con hierbabuena se consume a lo largo del día, sin importar la temperatura.

Las bebidas calientes impulsan la motilidad gástrica / Foto: Pixabay

Esto es debido a que, por muy chocante que la idea pueda parecer, las bebidas calientes tienen la propiedad de lograr una regulación térmica, es decir, ayudan al cuerpo a regular su temperatura interna. El mecanismo es sencillo: cuando sudamos, el agua en nuestra piel se evapora y disipa el calor, lo que nos ayuda a mantenernos frescos. Además de la hidratación, la mejora de la digestión y la regulación térmica, el agua caliente puede tener efectos analgésicos y relajantes, lo que puede ser beneficioso para aliviar dolores musculares, calambres menstruales y dolores de cabeza tensionales, así como ayudar a combatir el estrés en momentos de tensión.