Cada Domingo de Ramos, las calles de Catalunya se llenan de palmas, palmones y lazos de colores, en una tradición que ha sabido resistir el paso del tiempo. Sin embargo, entre todos los adornos y golosinas modernas, hay un dulce típico que lucha por no desaparecer del todo: los currutacos, también conocidos como garlandes de Pasqua o senyores i senyors. Unos dulces con siglos de historia que hoy se encuentran en peligro de extinción. Los currutacos eran, hasta hace unas décadas, un elemento imprescindible en muchas casas catalanas. Se trataba de unas figuras comestibles elaboradas con harina, mantequilla, huevos y azúcar, pensadas especialmente para colgar de la palma o el palmón que los niños llevaban a bendecir a la iglesia.

El dulce catalán típico del Domingo de Ramos

Estas pastas, que podían conservarse durante bastante tiempo, adoptaban formas muy variadas y llamativas: figuras humanas, animales, soles, lunas, mariposas o gallos, todo pensado para hacer más atractiva la celebración para los más pequeños. Y, tras la misa, llegaba el momento de devorarlos.

Currutacos clásicos / Foto: Unsplash
Currutacos clásicos / Foto: Unsplash

Aunque su uso fue muy popular en Barcelona y otras zonas de Catalunya, hoy los currutacos son prácticamente desconocidos para las nuevas generaciones. En la actualidad, solo algunos museos como el Museo Etnológico de Barcelona conservan ejemplares originales. Algunos de ellos son auténticas reliquias, como los comprados en Mataró en los años 80 que, gracias a la durabilidad de la pasta, aún se encuentran en buen estado. Además, existen moldes y reproducciones de yeso documentados por el folclorista Joan Amades, quien recogió esta tradición en el primer tercio del siglo XX.

Lo más curioso es que los currutacos no tienen un único nombre. Según los estudios de Amades y Ramon Violant, este dulce tradicional ha recibido decenas de denominaciones a lo largo y ancho del territorio: ninos, ninots, garlandes, sisenyors, papus, figuretes… Una variedad que demuestra la extensión y riqueza de esta costumbre popular. El término "currutaco", por cierto, también tiene una acepción curiosa en el Diccionario de la Real Academia Española, donde se define como una persona que cuida en exceso su apariencia, algo que, quizás, también tenga relación con lo ornamentado y coqueto de estos dulces.

Otros dulces se abren paso / Foto: Unsplash
Otros dulces se abren paso / Foto: Unsplash

Hoy, los currutacos se encuentran al borde del olvido, eclipsados por golosinas industriales y adornos de plástico. Pero su historia y simbolismo siguen vivos gracias al trabajo de divulgadores culturales y a quienes aún apuestan por recuperar las tradiciones. Tal vez, este Domingo de Ramos, sea el momento perfecto para recordar, y saborear, este dulce que forma parte del alma festiva catalana.