Tener una historia detrás es el sueño de cualquier restaurante. Eso que en marketing llaman storytelling, cuando pequeños episodios se transforman en relatos memorables que envuelven un plato o una tradición culinaria. Sin embargo, hay lugares que no necesitan artificios porque su legado habla por sí solo. En Barcelona, pocos restaurantes pueden presumir de ello como lo hace 7 Portes, un establecimiento con casi dos siglos de historia que, además de ser un referente gastronómico, fue el escenario donde nació uno de los postres más icónicos de los años 80 y 90: el pijama. Un plato que condensaba el espíritu de la época, con una combinación de ingredientes que lo convertían en una auténtica fiesta para el paladar. Pero la historia de este local no se reduce a su cocina, porque si hay algo que lo distingue es su capacidad para haber sido testigo de algunos de los momentos más singulares de la ciudad.

El restaurante de Barcelona donde se inventó el pijama

Hablar con Paco Solé Perellada es sumergirse en el pasado de Barcelona. Con apenas siete años ya correteaba por los pasillos del 7 Portes y, a sus 78, sigue siendo una presencia habitual en el local. "Nací allí, vivíamos en la planta de arriba, y como nos ocurría a todos los hijos de hosteleros, el comedor del restaurante era prácticamente nuestra casa", recuerda con una sonrisa nostálgica. La historia del 7 Portes es bien conocida, pero hay episodios menos repetidos, como el hecho de que en el edificio donde se ubica se realizó la primera fotografía tomada en España. Un daguerrotipo de 1848 que inmortalizó la Casa Xifré, mandada construir por uno de los hombres más acaudalados del país en su tiempo, José Xifré y Casas.

El 7 portes, restaurante icónico de Barcelona / Foto: Unsplash
El 7 portes, restaurante icónico de Barcelona / Foto: Unsplash

Pero, dejando a un lado la fotografía, la pregunta que realmente importa es: ¿cómo nació el pijama? La historia nos lleva a los años 50, cuando un acuerdo entre Franco y Eisenhower permitió que la Sexta Flota de la Marina estadounidense recalara en Barcelona. Los marinos que bajaban a tierra buscaban lugares donde comer bien, y el 7 Portes se convirtió en uno de sus favoritos. En aquellos años, uno de los postres que más solicitaban los oficiales norteamericanos era el "pêche melba", un clásico francés a base de melocotón en almíbar y helado, creado en honor a la soprano Nellie Melba. Con el tiempo, el pedido se fue adaptando al gusto local y, debido a la repetición fonética, de peach pasó a pijama. Así nació este generoso postre que, además del melocotón, incorporó nata, guindas, helado y un flan, resultando en una reinterpretación colosal del original.

El clásico postre francés de melocotón pasó a llamarse pijama

Se siguen sirviendo entre 50 y 60 Pijamas a la semana, lo que se traduce en más de 3.000 raciones al año. Unas cifras sorprendentes si se considera que, hoy en día, las sobremesas son más ligeras y los postres compartidos cada vez más habituales. "Lo extraño es que la gente aún lo pida. No porque no esté bueno, sino porque ya no se come tanto como antes, y menos de postre", admite con humor Paco Solé. A pesar de que ha desaparecido de la mayoría de cartas, en el 7 Portes resisten con la receta original, incluida la guinda en almíbar, un ingrediente cada vez más difícil de encontrar porque ha caído en desuso.

Este es el aspecto actual del Pijama / Foto: Unsplash
Este es el aspecto actual del pijama / Foto: Unsplash

El restaurante, con casi dos siglos de vida, sigue en plena forma y mantiene su esencia como un clásico imprescindible de Barcelona. Recibe unos 500 comensales al día, locales y visitantes, aunque aquí no se habla de turistas, sino de clientes de paso. En los últimos años, incluso ha ampliado su presencia con propuestas más informales como La Barra del 7 Portes, que cuenta con un local en Pla de Palau y otro en la zona alta de la ciudad. Pero si algo no cambia es la historia que lo acompaña y su papel en la memoria colectiva. Porque, aunque el pijama ya no sea el rey indiscutible de los postres, en este rincón de Barcelona sigue ocupando un lugar de honor en la carta y en el recuerdo de quienes lo disfrutaron en su época dorada.