En la cocina catalana hay secretos que se esconden a plena vista, y uno de ellos es la picada, ese majado tradicional que transforma un buen guiso en una auténtica obra maestra. Aunque no siempre se mencione en las recetas, su presencia es casi obligada en muchas de las elaboraciones más queridas de nuestra gastronomía. Desde pequeños, en casa, hemos visto cómo ese pequeño ritual de machacar ingredientes en el mortero daba inicio a platos que llenaban la casa de aroma y tradición. Lo más bonito es que no existe una única picada: hay tantas como cocineros y cocineras, cada una con su toque, con su herencia, con su matiz personal. Pero sí hay algo que comparten todas: su capacidad para potenciar el sabor, dar cuerpo a las salsas y mantener vivo un legado gastronómico que nos conecta con siglos de historia.

Estos son los ingredientes que no pueden faltar en una picada catalana

Elaborar una buena picada no es complicado, pero sí requiere mimo. Los ingredientes básicos, esos que no pueden faltar, son el ajo, los frutos secos como almendras o avellanas, pan frito, un toque de perejil fresco y un líquido que puede ser caldo, vino o agua. Esta combinación consigue el equilibrio perfecto entre textura, aroma y sabor. El ajo potencia, los frutos secos aportan una grasa natural y suave dulzura, el pan espesa, el perejil da frescor, y el líquido permite integrar todos los elementos hasta formar una masa cremosa y sabrosa. Algunos le añaden ñora, una pizca de azafrán o incluso una onza de chocolate negro, según el plato y la tradición familiar. Y aunque cada picada puede variar, el resultado siempre enriquece el plato final de forma única.

Las almendras son uno de sus ingredientes principales / Foto: Unsplash
Las almendras son uno de sus ingredientes principales / Foto: Unsplash

El momento ideal para añadir la picada suele ser en los últimos minutos de cocción, cuando el guiso ya está casi hecho y solo falta ese golpe maestro que lo lleve a otro nivel. Así ocurre con platos tan emblemáticos como el fricandó, el suquet de peix o el pollo con ciruelas. También es habitual verla en recetas como las albóndigas con sepia o el conejo con caracoles, donde se incorpora antes para que haga su magia durante el chup-chup. En todos los casos, el resultado es un plato más redondo, más ligado, más catalán.

Hay gente que le añade un toquecito de azafrán / Foto: Unsplash
Hay gente que le añade un toquecito de azafrán / Foto: Unsplash

La picada se incorpora justo antes de que el guiso haga chup-chup

Por eso, cuando cocines, pregúntate si te estás dejando este paso clave. Porque puede parecer un simple gesto, una antigua costumbre, pero en realidad, la picada es ese ingrediente invisible que convierte cualquier receta en una celebración de la memoria, la tierra y el sabor. ¿Te dejas alguno? Es un homenaje silencioso a generaciones que, con paciencia y sabiduría, han sabido conservar una forma de cocinar que va mucho más allá del plato.