La fecha óptima de consumo de los quesos indica el periodo en el que el producto mantiene el mejor sabor, textura y calidad, siempre que se almacene correctamente. No es lo mismo que la fecha de caducidad, ya que los quesos, especialmente los madurados, pueden seguir siendo seguros para consumir después de esta fecha si no presentan signos de deterioro. En el capítulo de esta semana, el copropietario de Llet Crua, Xevi Miró, nos explica todos los detalles sobre la fecha óptima de consumo de los quesos.


Fecha óptima de consumo: ¿qué es?

En primer lugar, hay que excluir los quesos frescos porque sí que pueden caducar. Ahora bien, los quesos duros o blandos tienen una fecha óptima de consumo. Eso quiere decir que si, por ejemplo, un producto tiene señalado la fecha del 24 de febrero, supondremos, no quiere decir que el 25 de febrero ya no se pueda comer o que no esté bueno. “Todavía más, el 25 de febrero seguramente estará mejor, incluso, que el 13 de febrero porque todavía será demasiado joven”, especifica Xevi. El quesero elabora unos análisis para dictaminar la vida útil de aquel alimento y lo enviará al laboratorio donde se comprobará que aquella fecha estimada se corresponde con lo que tiene que ser el queso. Si finalmente es así y aquella vida útil encaja con la fecha de consumo óptimo, es la que se impregnará en el queso.

Factores a considerar según el tipo de queso

El primer bloque es el de los quesos frescos (como el ricotta, la mozzarella o el queso crema). En estos casos, su fecha de consumo óptima suele ser corta, ya que tienen más contenido de humedad y se deterioran más rápidamente. Después de la fecha indicada, pueden desarrollar sabores ácidos o moho. En cambio, los quesos semicurados y curados, entre los que encontramos el gouda, cheddar o el manchego, tienen una vida útil más larga a causa del bajo contenido de agua y el proceso de maduración. Pueden mantenerse seguras y sabrosas incluso semanas después de la fecha indicada, si no hay señales de moho o un mal olor.

LECHE CRUDA / foto: Carlos Baglietto
Hay que prestar mucha atención a la fecha óptima de consumo de los quesos / foto: Carlos Baglietto

Los quesos azules como el roquefort o el gorgonzola se tienen que consumir en la fecha óptima para disfrutar de su sabor característico. Pueden durar un poco más si están bien refrigerados, pero si el moho se vuelve de colores extraña (rosado o negro), se tienen que descartar. En último lugar, los quesos muy curados o viejos, como podría ser el parmesano, tienen una vida útil prolongada y, con buen almacenaje, pueden estar en buen estado mucho tiempo después de la fecha óptima.

¿Qué hacer si el queso supera su fecha óptima de consumo?

En primer lugar, oler y observar. Si no hay signos de moho no deseado (diferente del natural en quesos como el azul), olor desagradable o textura viscosa, todavía puede ser comestible. Por otra parte, hacer un corte de moho superficial. En quesos duros, se puede retirar las partes afectadas, al menos 1 cm en torno al área, y consumir el resto. Es importante recordar que el almacenaje adecuado, como mantenerlos en la nevera a una temperatura ideal (entre 3 y 7 °C), es clave para alargar su vida útil.