"En situaciones extremas, soluciones extremas". Es un mantra que hemos escuchado hasta el aburrimiento. Precisamente, aburrirse, no creo que fuera la palabra más indicada para describir a los supervivientes del accidente de hace 51 años que ahora ha vuelto a ponerse de moda con La Sociedad de la nieve. Vaya, sociedad con la nieve o sociedad con el canibalismo. Y es que en el ámbito social y gastronómico encuentro que se ha hablado muy poco. Quiero decir el hecho de tragarse el aprieto (nunca mejor dicho, disculpadme) de morder y destripar las extremidades de tus padres, hermanos o pareja. El canibalismo más salvaje y en estado puro a corazón abierto (ya freno con los cachondeos).

El canibalismo más salvaje y en estado puro

Pero realmente me genera excitación, que no quiere decir morbosidad, reflexionar y entender el clic mental en el cual una persona está dispuesta a comerse un ser amado. O también una persona desconocida. La primera opción es más maquiavélica y retorcida, pero el segundo escenario sigue siendo una liturgia psicológica propia de David Fincher o Albert Serra. Una purificación liberadora de las emociones primarias, la contraposición del amor y la muerte, la tragedia.

Todo se traslada de la realidad y la gran pantalla a la gastronomía y a la sobremesa. El caso es que este avión uruguayo con 45 personas a bordo, que se estrelló en la cordillera de los Andes el 13 de octubre de 1972, ha destapado nuevamente dudas y debates sobre el hecho de ingerir carne humana: ¿traición o admiración? No sé si asusta o atrae el hecho de imaginarse un plato denominado fricandó de carne humana o pies de humanos con salsa de sangre familiar. Macabro todo, pero imprescindible y fundamental cuando la vida está en juego. Esta cinta, además de haber sido nominada a los Globos de Oro, pero sin éxito con respecto a los galardones obtenidos, y con opciones en los premios Óscar, ha dejado una interrogante entre los espectadores después de ver la película: ¿qué pasa si se ingiere carne humana?

En la frontera de la legalidad cultural

Consumir carne humana es ilegal y moralmente reprensible a la mayoría de las sociedades. Además de ser un acto inmoral y, en muchos lugares, un delito, la práctica de comida carne humana puede tener consecuencias graves para la salud. La carne humana puede transmitir varias enfermedades, como priones, que son proteínas mal juntas que pueden causar trastornos neurodegenerativos. También está el riesgo de contraer infecciones transmitidas por sangre, así como otras enfermedades infecciosas. Además de los riesgos para la salud física, participar en actos caníbales puede tener repercusiones psicológicas significativas y está fuertemente condenado por razones éticas y culturales en todo el mundo. Es importante subrayar que el canibalismo es una práctica inaceptable y profundamente inmoral.

La Polinesia Francesa, Liberia, Río Ganges (en la India), Papúa Nueva Guinea o la Selva Amazónica, Rondonia (en el Brasil). Todas estas regiones tienen una cosa en común: las prácticas del canibalismo son habituales o vistas con buenos ojos, por razones culturales, religiosas o tribales. Varias noticias en la deep web informan de la existencia de restaurantes caníbales en Nigeria, a Tokio o Berlín, pero todas ellas han resultado ser falsa información no contrastada. Por lo tanto, hoy por hoy no hay constancia de restaurantes caníbales en el planeta Tierra, pero la locura e imaginación humana es capaz de todo.