Seguramente lo tienes en casa, lo comes casi a diario en ensaladas, en salsa o acompañando platos de pasta, y probablemente nunca te has preguntado si alguna vez fue considerado peligroso. Pero lo cierto es que el tomate, ese fruto tan habitual en nuestras cocinas, tuvo una historia oscura que pocos imaginan. Aunque hoy lo asociamos con la frescura, el verano y una alimentación saludable, durante mucho tiempo fue visto con desconfianza. En Europa y Estados Unidos, durante más de dos siglos, se creyó que el tomate era tóxico. Esta idea no era un simple rumor sin fundamento: muchas personas, especialmente de clases altas, enfermaban e incluso morían tras consumirlo. Y aunque el pueblo llano no parecía tener problemas al comerlo, la creencia de que era venenoso se extendió y arraigó con fuerza.

Esta fruta fue considerada tóxica durante muchos años

La explicación a esta situación llegó tiempo después, cuando se descubrió que no era el tomate el culpable, sino las vajillas utilizadas por la nobleza. Estas estaban hechas de estaño, y cuando la acidez del tomate entraba en contacto con este material, se liberaba plomo. El plomo, al ser ingerido, provocaba un lento envenenamiento que podía acabar siendo mortal. Esta revelación cambió por completo la percepción del tomate, y poco a poco comenzó a aceptarse como alimento seguro. Antes de eso, incluso se utilizaba solo como elemento decorativo en los jardines, sin que se sospechara que pudiera tener un papel protagonista en la cocina.

La acidez del tomate hacía liberar plomo / Foto: Unsplash

Además de esta peculiar historia, el tomate guarda más sorpresas. Aunque solemos llamarlo hortaliza, en realidad es una fruta, ya que contiene semillas. Su uso extendido en platos salados ha llevado a mucha gente a confundirlo con una verdura, pero su clasificación botánica no deja lugar a dudas. Su origen se encuentra en América, más concretamente en México, donde los aztecas ya lo cultivaban y consumían. El nombre proviene del náhuatl tomatl, que puede traducirse como “fruto hinchado”, una descripción bastante gráfica si pensamos en su forma y textura.

Aunque lo olvidemos, su clasificación botánica es de fruta / Foto: Unsplash

Cuando los españoles lo introdujeron en Europa, alrededor del siglo XVI, los primeros ejemplares que llegaron no eran rojos como los que conocemos hoy. En realidad, eran amarillos y recibieron en Italia el nombre de pomodoro, es decir, “manzana de oro”. Con el tiempo, a través de cruces y cultivos, se desarrollaron variedades de diferentes colores: rojos, verdes, rosas e incluso azules. Quién iba a decir que ese ingrediente tan cotidiano y amado estuvo en la lista de los sospechosos. El tomate, antes temido, ahora reina en millones de platos alrededor del mundo. Y pensar que todo empezó por un malentendido con los cubiertos…