Las tan amadas croquetas, el clásico pollo empanado, los calamares a la romana y las siempre líderes de las listas, ¡las patatas fritas! El 99,9% de las personas admitiría sin pensarlo que, entre su top 3 de recetas preferidas, mínimo un alimento es frito. Seguro que hay estudios que lo demuestran y también seguro que puedes confirmarlo tú mismo con una encuesta rápida a tu alrededor. La fritanga está rica, pero no es sana. Y por eso hay que reducir su consumo al mínimo posible. En mi caso, he decidido dejar de freír en casa, pero reconozco que no digo que no a una croqueta si salgo a tomar algo fuera. Eso sí, solo cambiando los hábitos en casa y modificando un poco los menús semanales, el cambio es considerable.

Malo o muy malo

¿Por qué decimos que los alimentos fritos son perjudiciales para la salud? La primera razón es por la cantidad de grasas trans que aportan. Estas son culpables de aumentar el colesterol malo (LDL) y reducir el colesterol bueno (HDL) en nuestro cuerpo. Lo que se traduce en un mayor riesgo de sufrir enfermedades del corazón como infartos u obstrucción de las arterias, así como hipertensión. Además, este aumento de grasas supone también un aumento de peso, con todo lo que el sobrepeso afecta a nuestra salud.

Los alimentos fritos son perjudiciales para la salud / Foto: Pixabay

Pero hay más. Para freír necesitamos aceite y que este esté muy caliente. Esas altas temperaturas generan productos tóxicos. Muchos de ellos debido a la inestabilidad de los compuestos del aceite y, muchos de ellos también, pasan a los alimentos cocinados, por lo que terminamos comiéndolos. Aquí es cuando debemos diferenciar entre los tipos de aceite, ya que no todos tienen la misma resistencia al calor, siendo el aceite de oliva, nuestro oro líquido, el que mejor funciona en estos casos, aunque no sea la primera opción (sobre todo en restauración) a la hora de echarlo a la freidora.

Ración de tóxicos y cambio de receta

Pero la composición de los propios alimentos también se modifica al someterse a estas altas temperaturas. Un claro ejemplo es la acrilamida. Este compuesto se genera a partir de almidones cuando se superan los 120 grados y los vemos en la parte más tostada de los alimentos como las patatas fritas. Según un estudio publicado en Critical Reviews in Food Science and Nutrition, el consumo regular de alimentos acrilamida podría incrementar el riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer.

Hay que cambiar de recetas / Foto: Pixabay

La buena noticia después de todo lo descrito es que hay solución y esta llega en forma de sabrosas y fáciles opciones para seguir cocinando los mismos productos a la vez que reducimos el peligro que conlleva freírlos. El horno siempre ha sido el gran aliado de los cocineros caseros. Es cómodo y no se mancha mucho. Y ahora le sumamos una ventaja más, nos ofrece una versión saludable de los clásicos fritos. En la bandeja del horno se doran igual las croquetas, se quedan crujientes las empanadillas (cubiertas de huevo) e incluso se pueden hornear unos nuggets.

Para algunos alimentos, como pueden ser las patatas o las verduras, el microondas te puede sorprender. Tan solo hay que cocinarlas unos minutos en un recipiente apto para microondas y darle un último toque en una sartén con una gotita de aceite. Esos minutos logran dorar las verduras y quitarle el aspecto triste con el que suelen salir los alimentos del microondas, pero sin aportar una gran cantidad de grasa.

El gran invento

Si todavía te resistes a tener una freidora de aire en casa, debes saber que estás perdiendo una oportunidad excelente de dejar de lado el aceite de los fritos sin renunciar al sabor de las recetas clásicas. Con menos aceite del que necesita la sartén (que al precio que está el oro líquido es ya un motivo en sí) y menos tiempo del que requiere el horno, este nuevo electrodoméstico logra maravillas. Es cierto que pueden ser varios intentos para pillarle el punto a algunas recetas, pero cuando lo logras ya no podrás vivir sin ella. Y tu cocina será mucho más saludable.

El gran invento / Foto: Pixabay

Con estos pequeños trucos he logrado eliminar los fritos sin que mis menús semanales se resientan. De hecho, han ganado, ya que han regresado recetas que tenía casi prohibidas, como el pollo frito o las patatas.