En los últimos años, ha surgido una tendencia gastronómica que ha captado la atención de los amantes de las conservas: las latas millesimé, productos enlatados que, a pesar de haber superado su fecha de caducidad, se venden a precios elevados debido a su maduración y sabor únicos. Esta moda, que ya tenía éxito en Francia, ha llegado a España, despertando el interés de consumidores y expertos en gastronomía. El concepto se basa en la idea de que ciertos alimentos en conserva, como las sardinas o el foie gras, mejoran con el tiempo, al igual que ocurre con los vinos de alta gama. Por ello, algunas conserveras han comenzado a etiquetar sus productos con el año de envasado y a comercializarlos como auténticos productos de lujo.

Llega la fiebre por las latas millesimé

La conservera francesa Millésime, pionera en esta tendencia, almacena sus productos durante años antes de venderlos, asegurando que el tiempo de maduración potencia los sabores y las texturas. Para reforzar el carácter exclusivo de estas latas, han colaborado con artistas para diseñar envoltorios llamativos que las convierten en piezas de colección. En el mercado español, donde las conservas son un alimento habitual, la llegada de esta tendencia ha generado debate. Mientras algunos consumidores valoran la calidad y la experiencia gastronómica que ofrecen estas latas añejas, otros ven en ello una estrategia comercial que aprovecha el marketing para inflar los precios.

Latas originales / Foto: Unsplash
Latas originales / Foto: Unsplash

Más allá del lujo y la exclusividad, el auge de las latas millesimé también pone sobre la mesa la cuestión del desperdicio alimentario. En España, cada persona desecha en promedio 28 kilos de comida al año, lo que supone una pérdida económica significativa. Una de las razones principales es la confusión entre la fecha de caducidad y la fecha de consumo preferente. La primera indica el límite de seguridad para productos muy perecederos, como la carne o los huevos, mientras que la segunda solo señala el periodo óptimo de consumo, sin que el alimento se vuelva peligroso pasada esa fecha. Muchos alimentos pueden consumirse sin problemas después de la fecha de consumo preferente, pero el desconocimiento hace que se tiren antes de tiempo.

Latas icónicas / Foto: Unsplash
Latas icónicas / Foto: Unsplash

El experto en tecnología alimentaria Miguel Ángel Lurueña recomienda usar el sentido común al decidir si un producto aún es apto para el consumo. Examinar el olor, el color y la textura es fundamental antes de desechar una lata que lleva años almacenada. La fiebre por las latas millesimé demuestra que el envejecimiento de ciertos productos no solo no es perjudicial, sino que puede convertir una simple conserva en un producto gourmet. Para algunos es una excentricidad, para otros, una forma de descubrir sabores únicos.