El manjar blanco es un postre cargado de tradición e historia en la gastronomía catalana. Su origen se remonta a las comarcas de Camp de Tarragona y Terres de l’Ebre, donde se preparaba especialmente durante la Cuaresma. Aunque hoy en día también se disfruta en Aragón, Catalunya y las Islas Baleares, esta deliciosa crema de leche de almendras, aromatizada con canela, limón y azúcar, sigue evocando recuerdos de las recetas tradicionales de las abuelas.
Cómo hacer el Menjar Blanc
El manjar blanco tiene sus raíces en la Edad Media, cuando era una preparación popular en la Península Ibérica. En sus inicios, se elaboraba con carne de ave, almendras y azúcar, pero con el tiempo evolucionó hasta convertirse en el postre dulce que conocemos hoy, hecho principalmente a base de leche, harina de arroz y almendras. En Reus, por ejemplo, se prepara con almendra, almidón, azúcar, limón y canela, mientras que en las Baleares se utiliza leche de vaca en lugar de leche de almendras, y en las Tierras del Ebro se emplea sémola de arroz con bebida de almendras.
El nacimiento de este postre se remonta incluso a la época romana, con recetas similares descritas en obras como De agricultura de Catón el Viejo y Cibarium album de Marcus Gavius Apicius. Además, la influencia árabe es innegable, ya que ingredientes clave como el arroz y el azúcar provienen de su tradición gastronómica.
El nacimiento de este postre se remonta a la época romana y ha pasado de generación en generación
Para preparar el manjar blanco como lo hacían las abuelas, comienza calentando 1 litro de leche entera con una rama de canela y cáscara de limón hasta casi hervir. Luego, mezcla 100 gramos de harina de arroz con 50 gramos de almendras molidas y un poco de leche fría para obtener una pasta suave. Retira la canela y el limón de la leche caliente, e incorpora la mezcla de harina poco a poco, removiendo sin parar para evitar grumos. Cocina a fuego bajo hasta que espese y agrega 200 gramos de azúcar, continuando hasta lograr una textura cremosa.
Una vez listo, vierte el manjar blanco en moldes y deja enfriar a temperatura ambiente antes de refrigerarlo durante al menos dos horas. Justo antes de servir, decora con un poco de canela en polvo para darle un toque final irresistible. Este postre no solo es un deleite para el paladar, sino también un viaje al pasado, evocando los sabores y aromas de la cocina catalana tradicional que las abuelas preparaban con tanto cariño y que han sabido trasladar de generación en generación.