Hace cuatro años, un niño de escasos once años saltó a la fama explicando las propiedades saludables de un antihistamínico natural: las naranjas. "Ses taronges", decía él. Aquel desconocido que ofrecía información práctica y ancestral sobre cómo prevenir los resfriados era Miquel Montoro (Sant Llorenç des Cardassar, Mallorca, 2006). Cuatro años después ya no es el niño que sabía más cosas sobre horticultura que sobre ecuaciones de primer grado, sino un adolescente de quince años con más de medio millón de seguidores en Instagram, presencia en un programa de IB3, protagonista de anuncios en la televisión y también autor de un libro divulgativo que lleva por título su carismático saludo, Uep! Mis aventuras en el campo. He ido a su casa, donde lo he entrevistado al lado de su madre Sandra, la compañía permanente de algunos de sus animales y todo el tiempo del mundo para cumplir la promesa que le he hecho: intentar hacer una entrevista diferente.


El joven Miquel Monotoro, mostrando orgulloso los productos de su huerto. (Aida Molano | Carlos Baglietto)

¿Qué has desayunado hoy?
Pa amb oli y panceta.

Ya me suponía que no me dirías Kellogg's o Donettes. No conozco a ningún campesino que desayune dulce.
Entre una rebanada con sobrasada y una con crema de cacao, evidentemente escojo la de sobrasada. No es que no me guste el chocolate, eh, pero lo prefiere de postres. Por cierto, los mallorquines no desayunamos: berenem.

Es cierto, vosotros decís berenar a lo que en Catalunya decimos esmorzar. ¿Hablando de lengua, por qué empezaste a hacer vídeos en castellano?
Por el motivo menos político que puedas imaginar: porque seguidores de Argentina, de Chile o de Uruguay me pedían algún vídeo en castellano. Al final, yo considero que hago divulgación y pedagogía sobre cosas como la importancia del producto de proximidad, por lo tanto, cuanta más gente lo pueda entender, mejor.

En Catalunya existe un miedo real a que el catalán deje de existir por culpa de este mismo argumento: si en castellano nos entendemos todos, ¿por qué hay que hablar catalán? ¿Percibes este miedo?
Aquí en Mallorca creo que eso no pasa. O cuando menos, yo no tengo la sensación de que la gente de mi entorno deje de hablar en su lengua. ¡Pero si el otro día me crucé con un chino que charlaba catalán mejor que yo!

Mallorca no es Catalunya.
Quizás Palma seacomo Barcelona, donde charlando castellano lo puedes hacer todo, pero en el resto de Mallorca hablar catalán es una cosa básica.

En Catalunya la mitad de la población vive en Barcelona y su área metropolitana, donde el catalán, por desgracia, no es necesario.
Mi madre y yo hemos ido a Catalunya y hemos tenido que hablar en castellano.

El auténtico miedo es que los jóvenes catalanes dejen de hablar catalán. Actualmente ni los youtubers, ni los videojuegos, ni Netflix son en catalán.
Y cuando aparece un youtuber en catalán, lo hace diciendo palabras mallorquinas que muchos catalanes no comprendéis.

Me pasa incluso a mi, que soy filólogo y un apasionado por la dialectología.
La lengua es también como aquello que plantamos, y hay que cuidarla: como más de proximidad, mejor. A mí me gusta decir xot a un xot y que alguien de Girona o Alicante entienda que hablo de un cordero; o decir casera a una casera de abejas y saber que entenderás que hablo de una colmena. En Menorca ratllen, naltros xerram y vosotros parleu: creo que tenemos varias lenguas dentro de un mismo idioma.

Mosén Alcover y Francesc de Borja Moll estarían orgullosos de ti.
Ahora no sé si hablas en broma o de verdad.

De verdad.
Gracias por el elogio.

Dicen que Miquel dels Sants Oliver, cuando el año 1916 se volvió director de La Vanguardia, hablaba en catalán a los redactores del diario y estos descubrían cada día palabras nuevas para definir cosas que ellos decían de otra manera. ¿Te gustaría ser un descubridor del léxico nuestro para jóvenes catalanes de tu edad?
Nunca me habían hecho esta pregunta. ¡Esta no la he visto venir! De hecho, me gustaría utilizar palabras auténticas y autóctonas mallorquinas en desuso, porque en parte yo también tengo miedo que se pierdan y que mueran. Por eso me gusta tanto Tomeu Penya: porque él hace uso de este léxico en sus canciones.

Por eso te he preguntado por el salto al castellano, porque desde Catalunya no se entendió.
Estoy acostumbrado a las críticas, ya que soy consciente de que en la vida nunca puedes complacer a todo el mundo. Al final, si me quieren mirar, que miren; y si no me quieren mirar, que no me miren.


Cuando una camiseta es toda una declaración de intenciones: "París-New York-Tokio-Biniali". (Aida Molano | Carlos Baglietto)

Tutoriales sobre cómo cuidar un huerto ha habido siempre, en formato vídeo o por escrito. Lo que pasa es que nunca los había hecho un crío tan joven. ¿Te sientes un outsider en el mundo de los youtubers?
Yo pienso que la gente, en Youtube, si busca tutoriales de agricultura u horticultura espera encontrar señores mayores, no un niño de doce años. Los niños que hacen tutoriales los hacen sobre videojuegos o informática, no sobre cómo plantar tomaqueras.

Toda esta sabiduría popular y ancestral, ¿de donde sale?
De aguzar el oído. De estar atento a las conversaciones de la gente mayor, cuando están en el bar, o cuando están en el mercado, o en la consulta del médico. Donde sea. Siempre me ha gustado escuchar los otros.

¿Crees que existe una romantitzación del campo?
Naltros, en Mallorca, de los que romantizan el huerto y creen que las hortalizas o los animales se cuidan solos les decimos domingueros: gente que tiene una casa fora vila con un huertecillo y un buen jardín, pero sobre todo un jardinero que lo cuida todo.

Los domingueros nunca sudan.
Es como el típico primo que por las matanzas del cerdo llega a las nueve de la mañana, justo a la hora de la merienda. Cuando le preguntas por qué no ha venido a las seis de la mañana, te dice que no, que eso no va con él. Pero después bien que cuelga la foto en Instagram mostrando morcillas y longanizas.

¿Vale más postureo como este que falta de respeto para los alimentos de kilómetro cero y elaborados artesanalmente, sin embargo, no?
La gente, cuando ve una sobrasada en el supermercado, muchas veces ve sólo aquello: un producto. No ve el trabajo de los ganaderos, o de los campesinos, o de los pescadores. No ve las horas de trabajo en el sol, ni el sufrimiento, ni tampoco el dolor que supone, como hablábamos antes, matar un animal para elaborar aquello que después otros comprarán. ¿Crees que es agradable tener que ir a las tres de la madrugada en pleno agosto, a llenar sacos de grano? ¿O tener que ir a vacunar ovejas cuando tus amigos están de marcha o en una fiesta la playa?

Pasa lo mismo en el mundo del vino: hay bodegas que hacen cavas que cuestan 3€ en el supermercado, y hay otros que hacen cavas que cuestan 45€. Los primeros, por la uva vendimiada, pagan 0'35€/kg a los campesinos, mientras que los segundos pagan a 0'85€/kg.
Y seguro que los primeros hacen 500.000 botellas y las venden en el otro punta del mundo, y los segundos en cambio no deben hacer más de 2.000 y sólo las encuentras en tiendecitas o restaurantes concretos, ¿no? En el campo yo creo que no hay trucos ni magia: o el producto se valora bien, o aquel producto en realidad es un mal producto.

Pero tú vino no debes beber, ¿no? Yo a tu edad todavía no había ni titubeado con la cerveza.
No bebo vino, pero me gusta el mundo del vino. Mejor dicho, me gusta el mundo de la viña. El vino se hace allí, en la viña, como tratas las cepas, como las cultivas, como haces la poda, cuando empiezas la vendimia, etc. Después, todo lo que viene después, es fruto de la ciencia y la artesanía.

Por no beber vino, hablas de vinos como si fueras el jefe de marketing de una gran bodega.
Es que no hay que beber vino para entender que alguien que compra la uva a 35 céntimos el kilo es alguien que no valora nada el trabajo que el campesino ha hecho en la viña, y por lo tanto es alguien que no tendrà la sensibilidad necesaria para hacer un buen vino.

En el mundo del vino, pero en general también de los aceites o los árboles frutales, hay una cierta tendencia a volver a los orígenes. A volver a trabajar como hace sesenta años, a confiar en los animales y no las máquinas, a minimizar el uso de fertilizantes artificiales, etc.
Yo tengo el Menut, un asno. Todavía le hago hacer trabajos de toda la vida, como labrar, pero quién diga que con un tractor no lo haría más rápido, miente. Igual que quien diga que se puede cultivar sin salpicar un poco.


La Miel, en primer término, y el Menor, en el fondo. Dos de los muchos animales de la finca. (Aida Molano | Carlos Baglietto)

¿Salpicar?
Utilizar productos químicos contra las plagas o contra ciertos insectos, ya me entiendes. ¿Se puede salpicar menos? Sí. Pero dejar de salpicar es prácticamente imposible. Mi opinión es que hay que apostar por fertilizantes e insecticidas tan naturales como sean posibles, pero los consumidores tienen que estar dispuestos a pagarlo. El campo es como la gente: hay remedios naturales para vivir sano, por alguna cosa me hice famoso explicando las propiedades saludables de las naranjas en las personas.

El campo sufre cada vez más, sin embargo.
El cambio climático, además, está obligando a cambiar el tipo de cultivo en zonas que tradicionalmente habían plantado una cosa y ahora plantan otra.

En Catalunya se empieza a cultivar viña en el Pirineo, y en el Penedès la vendimia empieza casi un mes antes de cuando la empezaba hace medio siglo mi tío.
Hay que tener conciencia que si el campo sufre, sufrimos todos.

¿Crees que tus seguidores en Youtube comprenden esta conciencia?
Yo intento mostrar a la gente que el producto local y de proximidad hay que defenderlo a muerte. El día que se acaben los tomates porque a los campesinos cada vez les cueste más cultivarlas y se cansen de cobrar tan poco por su producto, ¿qué haremos? ¿Comeremos plástico?

"No farmer, no food", que dice la frase.
Y más cosas. Sin campesinos tampoco tendríamos los paisajes que tenemos: una guarda de ovejas ayuda a tener el paisaje limpio, por ejemplo. Pero si después no le compramos el queso de oveja a aquel campesino, sino que lo compramos en el súper porque es más barato, todo se va al garete porque la rueda se detiene: si el campesino se muere de hambre, acabará haciendo de camarero en un hotel, y entonces ya no tendremos ni leche de oveja ni paisajes cuidados, y todos perderemos.

¿Tienes miedo de que se quieran apropiar de Miquel Montoro para hacerte altavoz de alguna causa?
No tengo ningún interés en ser un Greta Thunberg a la mallorquina, no. Primero de todo, porque tengo muy claro que soy aún un niño y quiero seguir haciendo vida de niño, sin que nadie pueda apoderarse de mi discurso.

¿Cuando grabaste el vídeo de las naranjas, te esperabas que aquello te cambiara la vida?
Aquel vídeo es un claro ejemplo que, en la vida, cuando menos buscas las cosas, más rápido las encuentras. Yo no buscaba fama, simplemente quería compartir con la gente mis conocimientos sobre las naranjas.

¿Con el vídeo de las pelotas tampoco esperabas la repercusión viral?
Pues tampoco, y la verdad es que el vídeo se hizo famoso meses después de ser publicado.

¿Estás cómodo en este papel de famoso?
No es ninguna molestia, sobre todo teniendo en cuenta que no me muevo demasiado por el mundo. Quizás si cogiera el metro a Barcelona o a Madrid me pararían más por la calle y me pedirían selfies, cosa que tampoco me molestaría, pero la verdad es que en Artà o en Sant Llorenç des Cardassar me siguen viendo como el niño a quien han visto desde siempre.

He explicado a un amigo de Manacor que venía a entrevistarte y me ha dicho ¡"pilotes, pilotes!"
Sí, en Manacor, en Palma o en otros pueblos de Mallorca sí que hay gente que me dice cosas por la calle, pero es normal. ¿Es parte del precio de la fama, no?

¿Cómo gestiona esta fama un chico de quince años?
La fama llegó de un día para el otro, pero he intentado que no afecte a las cosas sustanciales de mi día a día. Mi hermana es quien me ayuda con los vídeos, mi madre es quien se encarga de controlar que yo siga teniendo la cabeza allí donde la debe tener un niño de mi edad, y para todo el resto tengo un representante.


Junto con el taller de forja, el huerto es el otro gran espacio de libertad de Miquel Montoro. (Aida Molano | Carlos Baglietto)

Tener la cabeza donde toca teniendo el número de seguidores que tienes no debe ser sencillo. ¿Suspendiste alguna, el curso pasado?
No, no. Por mucha fama que haya acumulado en poco tiempo, en casa siempre hemos sabido que los estudios son una prioridad. Son la prioridad, vaya, porque la fama es como la espuma y un día estás aquí, pero al día siguiente quizás ya no estás.

¿Tienes miedo de ser efervescente?
Ni lo tengo ni lo dejo de tener. Esto mío es como los tazos, aquel juego que estuvo de moda una época. De un día para el otro, pasó de ser la tendencia a todos los patios de escuela a ser una cosa tronada. Yo ahora he caído en gracia y tengo mucha gente que siente interés por aquello que hago, pero nadie me asegura que eso sea eternamente así, por eso sé que tengo que seguir cultivándome un futuro que no sólo sea Youtube.

Me gustaría preguntarte cómo te imaginas que será el estado de salud de la lengua catalana dentro de diez años, o cómo te imaginas el futuro de la agricultura ecológica, pero te haré una pregunta más sencilla: ¿y tu futuro, como te lo imaginas dentro de diez años?
¡Virgen, pero si todavía no sé ni si quiero estudiar bachillerato o no!

¿Presentador de TV? ¿Escritor de libros? ¿Monologuista explicando cosas delante de una pared de ladrillos?
Nada, nada de eso. Si algo, radio, que es el medio que más me interesa. Pero si te tengo que ser sincero, me veo haciendo de herrero.

¿De herrero? ¿En una cerrajería?
Es un oficio que se está perdiendo y que me gusta mucho. Mi padre trabaja de herrero, también, y hace tiempo que hago objetos y figuras soldando.

¿Te interesa la escultura?
¡Eso son palabras mayores! Yo tengo mi pequeño taller aquí en casa, trabajo con el hierro, hago forja o hago lo que me apetezca, y la verdad es que las horas me pasan volando aquí.

El refugio de Miquel Montoro es un taller de forja. Ya tengo titular, Miquel.
No sé si un refugio, pero sí que lo considero mi espacio privado, donde mejor estoy solo. Porque en el campo no estoy nunca solo, sino con los animales.

El precio de la fama es haber perdido tiempo y libertad individual, supongo.
Quizás no queda bien que lo diga, pero hacer vídeos no me lleva mucho tiempo. Los hago de forma casi espontánea.

¿Sin guion? ¿Sin ningún tipo de escalerilla mental?
Tal cual. Ni en la tele trabajo con guion, ahora que estoy haciendo cosas por IB3. La única cosa que necesito es tener buenos productos a mano, y ya está. Tú dame unos buenos tomates, o berenjenas, o plantas medicinales, o lo que sea, y el vídeo se hace solo.

O unas buenas pilotes cocinadas por tu madre.
Que en son, de bones. Las mejores pilotes del mundo.

Se me hace más difícil cerrar esta entrevista que atreverme a pedirle a tu madre un tupper.
Pues no cierres la entrevista, y con ella ya te arreglarás.

¿Podríamos conocer en al Menut? Nunca he acabado una entrevista hablando con un asno.
Pues siempre hay una primera vez.