En Catalunya, la Semana Santa también se celebra a través del paladar. Y aunque muchos asocian el bacalao con recetas del norte como el pil pil o la vizcaína, en tierras catalanas hay una preparación humilde, sabrosa y profundamente tradicional que se ha ganado su lugar en las mesas del Viernes Santo: el bacallà amb espinacs, panses i pinyons. Esta receta, que combina sencillez con equilibrio, es una joya del recetario popular que ha resistido el paso del tiempo.
La receta de bacalao que triunfa en Semana Santa
Más allá de su sabor, tiene un simbolismo especial: en una época marcada por la abstinencia de carne, el bacalao salado y conservado sin necesidad de refrigeración se convertía en la alternativa perfecta. Y acompañarlo con espinacas, frutos secos y pasas no era solo una decisión culinaria, sino también un reflejo del ingenio de las cocinas de interior, que con pocos ingredientes lograban platos llenos de matices. En muchas casas catalanas, este plato sigue siendo el protagonista del almuerzo del Viernes Santo, servido con pan para no dejar ni rastro de su deliciosa salsa.
La receta comienza desalando el bacalao durante al menos 24 horas, cambiando el agua varias veces. Se escurre bien y se reserva. En una sartén amplia se sofríe cebolla picada con un buen chorro de aceite de oliva, lentamente, hasta que queda bien confitada. En paralelo, se blanquean ligeramente las espinacas tradicionalmente frescas, pero también pueden usarse congeladas si son de buena calidad y se escurren bien. A continuación, se añaden a la cebolla junto con un puñado generoso de pasas y piñones, que aportan dulzor y textura. Finalmente, se incorpora el bacalao y se deja cocer a fuego bajo, lo justo para que se integre todo y el pescado quede jugoso. Hay quien añade también un poco de tomate rallado o incluso un toque de canela, aunque la versión más purista evita distracciones para dejar brillar el trío protagonista: bacalao, espinacas y frutos secos.
Los piñones y las pasas le aportan el dulzor que el bacalao necesita
El resultado es un plato donde el contraste de sabores salados, dulces y tostados se equilibra de forma casi mágica. No necesita florituras ni presentaciones elaboradas. Es la expresión más clara de cómo, con ingredientes modestos y una buena técnica, se puede crear algo especial. Y aunque el bacalao ha viajado mucho, no hay lugar donde se entienda mejor esta combinación que en los hogares catalanes.
Así que este año, si quieres sorprender con una receta de tradición pero diferente, olvídate del pil pil y la vizcaína: el bacalao con espinacas es la opción que está conquistando los paladares más exigentes.
Este artículo ha sido elaborado con la ayuda de ChatGPT y supervisado por un periodista de Elnacional.cat.