Los organismos modificados genéticamente (OMG) están regulados en la Unión Europea mediante un sistema de etiquetado y trazabilidad que permite un control exhaustivo a lo largo de toda la cadena de suministro. Este sistema garantiza la seguridad de los productos y ofrece a los consumidores la información necesaria para tomar decisiones informadas sobre su compra. Para ello, el etiquetado es obligatorio en todos aquellos productos que contengan OMG en una proporción superior al 0,9 % de sus ingredientes, siempre que su presencia no sea accidental o inevitable desde un punto de vista técnico. En el caso de los alimentos y piensos envasados, la lista de ingredientes debe indicar claramente que el producto ha sido “modificado genéticamente” o “producido a partir de [nombre del organismo] modificado genéticamente”.
Así puedes detectar los alimentos modificados genéticamente
Para los productos sin embalaje, como frutas o verduras a granel, esta información debe mostrarse de manera visible cerca del alimento, por ejemplo, mediante un cartel en el estante del supermercado. Sin embargo, los productos que contienen una cantidad mínima de OMGs debido a contaminación accidental no están obligados a incluir esta información en la etiqueta.

Además de estas normativas, algunos productos incluyen etiquetas voluntarias “Libre de transgénicos”. Estas certificaciones van más allá de las regulaciones oficiales y garantizan que se han tomado medidas adicionales para evitar completamente el uso de OMG. Este tipo de etiquetado está permitido siempre que no induzca a error al consumidor, y algunos países de la UE han desarrollado sus propios estándares y sellos de garantía en este sentido.
Este sistema garantiza la seguridad de los productos
El sistema de trazabilidad es otro pilar fundamental en el control de los OMG. Todos los operadores involucrados en la producción y distribución de alimentos modificados genéticamente deben ser capaces de identificar a sus proveedores y a las empresas a las que venden estos productos. Para ello, cada operador debe proporcionar información detallada sobre el origen de los ingredientes y mantener un registro de estas transacciones durante al menos cinco años. Esto permite realizar un seguimiento preciso de los OMG desde su producción hasta su llegada al consumidor, garantizando su control y minimizando riesgos tanto para la salud humana como para el medio ambiente.

Gracias a este sistema de etiquetado y trazabilidad, los consumidores europeos tienen a su disposición herramientas para identificar los alimentos modificados genéticamente y tomar decisiones de compra con total transparencia. Si bien la presencia de OMG en el mercado está regulada y supervisada, las etiquetas específicas como “Libre de transgénicos” ofrecen una alternativa para quienes prefieren evitar completamente estos productos en su alimentación.