¿Has dudado alguna vez entre poner los huevos a cocer en agua fría o en agua hirviendo? No eres el único. Esta pregunta ha generado debate en cocinas de todo el mundo, y gracias a un reciente vídeo de la cuenta de Instagram @soycienciaycocina, ahora tenemos una respuesta clara respaldada por la ciencia. En el experimento que comparten, se comparan tres formas distintas de cocer huevos para ver cuál es la más eficaz y segura. El resultado deja poco lugar a dudas: si no quieres que los huevos revienten y además buscas una cocción perfecta, es fundamental entender cómo reacciona su estructura interna ante los cambios bruscos de temperatura.

¿Poner los huevos a cocer en agua fría o en agua caliente?

En la primera prueba, se introducen huevos en una olla con agua fría y se lleva todo junto a ebullición. Tras ocho minutos, se retiran, se pelan con facilidad y la textura de la clara y la yema es ideal. Luego se repite el proceso, pero esta vez con huevos sacados directamente de la nevera. Se dejan cocer durante unos nueve minutos y medio, partiendo también desde agua fría. El resultado es igual de satisfactorio: el huevo queda bien cocido, sin grietas, sin roturas en la cáscara y con la yema perfectamente centrada. Hasta aquí, todo parece indicar que partir de agua fría es un método infalible.

El huevo tiene su ciencia / Foto: Unsplash
El huevo tiene su ciencia / Foto: Unsplash

La sorpresa llega en la tercera parte del experimento, cuando los huevos fríos se sumergen directamente en agua ya hirviendo. A pesar de mantener el mismo tiempo de cocción, ocurre lo que muchos han experimentado en casa: varios huevos revienten. ¿La razón? Dentro de cada huevo hay una pequeña cámara de aire entre la clara y la cáscara. Cuando el huevo frío entra en contacto con el agua hirviendo, ese aire se expande de forma repentina, ejerciendo presión y haciendo que la cáscara se agriete o incluso estalle. No se trata de un fallo al cocinar, sino de una consecuencia física perfectamente lógica.


Por eso, si quieres evitar ese desastre en tu olla y además obtener unos huevos bien cocidos, con la textura adecuada y sin complicaciones al pelarlos, lo mejor que puedes hacer es partir siempre de agua fría, o bien dejar que los huevos se atemperen un poco fuera de la nevera antes de cocinarlos. Así evitarás ese choque térmico que tantas veces arruina el desayuno o la ensalada. La próxima vez que pongas agua a hervir, recuerda: la ciencia también tiene sitio en tu cocina.