Los supermercados y grandes superficies son maestros en el arte de influir en nuestras decisiones de compra, y una de sus tácticas más efectivas es la creación de un ambiente sensorial que nos atrae, nos calma y nos hace comprar más. Entre estos trucos, uno de los más conocidos es el aroma a pan recién hecho que inunda el área de la panadería y, en ocasiones, se extiende por todo el supermercado. Este olor no es casualidad; es una estrategia bien pensada del neuromarketing.
El neuromarketing
El neuromarketing es una disciplina que combina la psicología, la neurociencia y el marketing para entender cómo los estímulos sensoriales afectan nuestras decisiones de compra. Los aromas, como el del pan recién horneado, tienen un poder especial en este contexto. El olor a pan fresco activa áreas del cerebro relacionadas con emociones positivas y recuerdos agradables. Al olerlo, muchas personas evocan momentos de calidez, hogar y confort, lo que puede llevar a una predisposición más positiva hacia las compras.
Además, el olor a pan fresco tiene un efecto fisiológico. Puede aumentar la salivación, lo que incrementa la sensación de hambre o antojo, haciendo que los compradores se sientan más inclinados a adquirir productos alimenticios, especialmente aquellos de la panadería. Es por eso que los supermercados colocan sus panaderías cerca de las entradas, de manera que ese aroma te acompañe desde el principio de tu recorrido.
El uso de aromas no es el único truco del neuromarketing en los supermercados
Pero el uso de aromas no es el único truco del neuromarketing en los supermercados. También se emplean estrategias visuales y auditivas para influir en el comportamiento de compra. Por ejemplo, los colores brillantes y cálidos, como el rojo y el amarillo, se utilizan para captar la atención y estimular la compra impulsiva. Estos colores suelen aparecer en carteles de ofertas o en productos de consumo rápido, como snacks y dulces.
La música ambiental es otro recurso clave. Los supermercados suelen utilizar música suave y relajante para que los clientes se sientan cómodos y se tomen su tiempo recorriendo las estanterías. Esto aumenta la probabilidad de que compren más productos, ya que cuanto más tiempo pasan en la tienda, más artículos suelen adquirir.
El diseño del espacio también juega un papel crucial. Los pasillos suelen estar dispuestos para guiar a los compradores por un recorrido específico, en el que se encuentran con productos clave en puntos estratégicos, como el pan al principio o los artículos de primera necesidad, como leche y huevos, al final del recorrido. Esto asegura que los compradores recorran toda la tienda, aumentando las oportunidades de compra.